…se prodiga en declaraciones absurdas, acusaciones surrealistas y llamamientos grandilocuentes. A pesar de tratarse de un “segundón” mantenido que ha entregado el mando real de su país al mandatario venezolano, sueña con ser un líder de primera fila con capacidad de imponer sus caprichos tanto a nivel regional como global. Recordemos que entre sus “genialidades” figura la convocatoria (no secundada por nadie) de un referéndum a nivel mundial contra el capitalismo y sobre el cambio climático.
Morales –que se permite amenazar a los empresarios extranjeros que apoyen a los partidos de la oposición y que va denunciando supuestos golpes de estado orquestados por fuerzas políticas españolas mucho más democráticas que él– acusa ahora a la Unión Europea de “dividir” a los andinos a través del libre comercio. En sus delirios de grandeza, parece no poder aceptar de buena gana que la UE, Perú y Colombia firmen unos acuerdos que tanto él como el ecuatoriano Rafael Correa no querían suscribir.
Aunque el mandatario boliviano centra su queja en la Unión Europea, con quien realmente está molesto es con sus pares peruano, Alan García, y colombiano, Álvaro Uribe. Al firmar el acuerdo de libre comercio, ambos han mostrado una vez más que los suyos son dos de los países más independientes de Iberoamérica. Perú y Colombia no están, por fortuna, sometidos al populismo liberticida dirigido por Hugo Chávez desde Caracas. Ni tampoco al indigenismo cutre y empobrecedor de Morales, deudor del ex militar golpista venezolano. García y Uribe no dividen, tan sólo apuestan por una vía que conduce a una mayor prosperidad.
Evo Morales parece soñar con ser un líder mundial de primer orden. Peor, en demasiadas ocasiones actúa como si creyera que lo es. Hugo Chávez y los hermanos Castro alimentan las fantasías del cocalero. Es un bufón muy útil para sus planes de dominio continental. Le dejan –incluso le animan a que lo haga– convocar referendos mundiales, proclamarse líder espiritual de América en una ruinas precolombinas, llamar a desconvocar cumbres mundiales o convocar las suyas propias. El presidente boliviano parece feliz con todo eso y, a cambio de poder imaginar ser lo que no es, cede a todo lo que se le ordena o se le pide desde Caracas y La Habana.