Los casos más llamativos suelen ser los referidos a cuestiones como enlaces o comentarios de lectores en bitácoras, donde el fallo muchas veces va en contra de la legislación vigente. Pero hay otros. Un ejemplo de ello es la decisión del Juzgado de Primera Instancia número 2 de Castellón que hace responsables a los bancos de que haya delincuentes que se hacen pasar por dichas entidades para estafar a sus clientes.
El phising es una práctica delictiva por desgracia muy común, y cuya forma más habitual es el envío de correos electrónicos en los que los estafadores se hacen pasar por un banco o caja de ahorros que solicitan al destinatario que entre en una página en concreto para introducir datos como su número de cuenta, contraseñas y otros posibles datos necesarios para poder operar por internet. A pesar de lo común de esta práctica y de lo sospechoso que resulta recibir un mensaje escrito en un mal español (por lo general, aunque no siempre, es así) en el que se pide una información tan sensible, hay personas que pican.
Para ellos el perjuicio es terrible, puesto que sus cuentas corrientes quedan a disposición de desaprensivos amigos del dinero ajeno (y no nos referimos a la Agencia Tributaria, cuya imagen curiosamente también fue utilizada para un caso los aquí comentados). Pero los únicos culpables son los estafadores, no los bancos o las cajas de ahorros. Nadie es responsable de que otros utilicen ilícitamente su imagen con intención de sacar un beneficio perjudicando a un tercero. De hecho, a estas entidades estas estafas les perjudican, pues dañan la confianza de muchos clientes en los servicios bancarios online.
De todos modos es comprensible que los clientes estafados, en este caso lo son de Bancaja, traten de responsabilizar a las cajas y a los bancos por el daño que han sufrido. Pero no lo es que un juez les dé la razón aludiendo a que las entidades no hacen lo suficiente para evitar esta estafa. Es como si pretendiera que un fabricante de electrodomésticos fuera responsable de los daños que a la instalación eléctrica de una casa pueda hacer una lavadora de un tercero vendida como si fuera suya. Por alto que sea el nivel de seguridad que consigan implantar los bancos, siempre habrá fallos causados por la ingenuidad o el descuido de algunos clientes, y la culpa de que haya estafadores que se aprovechen de ello tan sólo es de estos delincuentes.
Que hay bancos y cajas que realizan prácticas poco o nada honestas es indudable. Pero este no es el caso. Además, uno debe valorar a la hora de utilizar estos servicios una cuestión tan importante como es la seguridad. Algunas entidades, por ejemplo, no ejecutan una operación ordenada por internet hasta que el cliente no introduce un código que se le ha enviado a su teléfono móvil. Optar por quien ofrece un extra de seguridad de este tipo es una buena opción, y no culpar a otro de la ingenuidad propia ante unos estafadores que nos han hecho creen que son lo que no son.