En los anteriores capítulos de esta serie (Aragón en la Guerra Civil española. ¿Una verdadera experiencia anarquista?) de artículos repasamos dos aspectos fundamentales del anarquismo en Aragón durante la Guerra Civil española. En primer lugar, hablamos de las colectividades como las formas de organización social y económica que surgen tras el colapso del Estado republicano. En segundo lugar, explicamos como se estructuraba el anarquismo a nivel militar a través de las columnas y las milicias.
En este último capítulo hablaremos del Consejo de Aragón, si algo caracteriza este periodo revolucionario en Aragón es la propia institucionalización de la revolución. Esa institucionalización se realizaría a través del Consejo de Aragón. El momento en el que se comenzó a debatir sobre su constitución fue el Pleno de Bujaraloz del 6 de octubre de 1936. Entre las filas libertarias había discrepancias sobre su constitución, los sectores más radicalizados, representados por personajes como Ortiz, Jover o Aldabaldetrecu pensaban que la creación del Consejo entorpecería la lucha contra el fascismo. Por el contrario, muchos pueblos pensaban que eran necesario dotar a las zonas conquistadas de una estabilidad institucional[1].
CNT en Alcañiz
Finalmente, su composición y configuración fue establecida en una reunión del Comité Regional de la CNT en Alcañiz. Se establecieron seis departamentos, dirigidos todos ellos por anarquistas:
- Justicia y Orden Público: Adolfo Ballano Bueno.
- Agricultura: José Mavilla Villa.
- Información y Propaganda: Miguel Jiménez Herrero.
- Transportes y Comercio: Francisco Ponzán Vidal.
- Instrucción Pública: José Alberola.
- Economía y Abastos: Adolfo Arnal.
- Trabajo: Miguel Chueca Cuartero.
El presidente sería Joaquín Ascaso Budría, merece la pena que nos centremos un momento en esta figura. Ascaso nació a principios del siglo XX en el barrio de Torrero de Zaragoza. Ya en su juventud fue conocida su militancia política, lo que le llevó a entrar en prisión en la dictadura de Primo de Rivera y posteriormente tomar la vía del exilio a Francia. Con la llegada de la República, Ascaso regresó a España y se convirtió en el líder del sindicato de la construcción de la CNT en Zaragoza. Dos años después, llegaría a convertirse en el líder nacional de la CNT, en este periodo también pasaría alguna temporada en prisión.
Joaquín Ascaso
El golpe de Estado le cogió por sorpresa en Barcelona, donde se enroló primero en la Columna Durruti y posteriormente en la Columna Ortiz. Participaría como delegado en el Pleno de Bujaraloz antes mencionado, donde sería elegido presidente del Consejo de Aragón. Tal como relata en sus memorias, Ascaso fue un gran organizador y negociador, pero la vida del Consejo fue muy efímera.
Tras la disolución del Consejo el 10 de agosto de 1937, Ascaso se dirigió a Valencia, donde fue arrestado por un robo de joyas. Unos meses más tarde sería puesto en libertad y se enrolaría de nuevo en la Columna Ortiz, tras la caída del frente aragonés se vio obligado a exiliarse de nuevo a Francia. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial conseguiría trasladarse a América. Primero estaría en Caracas con sus dos hijas, sobreviviendo con trabajos tremendamente precarios. Tras pasar una temporada en Chile, volvería a Caracas, donde moriría sin apenas recursos a los 70 años el 12 de marzo de 1977[2].
La composición exclusivamente anarquista del Consejo provocó las críticas de los distintos sectores de la izquierda, socialistas, anarquistas y republicanos veían en el Consejo una dictadura anarquista. Por ello, se comenzaron a enviar delegaciones para negociar con los máximos dirigentes del bando republicano. En primer lugar, Ascaso se trasladaría a Barcelona para conversar con el presidente de la Generalitat, Companys, y con el presidente de la República, Manuel Azaña.
El papel de Largo Caballero
Ambas figuras tenían discrepancias con el anarquismo cenetista, aunque Ascaso lo intentaría maquillar en sus memorias: “Antes de salir para Madrid —agregó— nos hemos entrevistado con Azaña y Companys, los cuales acogieron complacientes la idea de creación del Consejo de Defensa de Aragón”[3]. Otra muestra de las discrepancias que tendrá el Consejo con la Generalitat la veremos en la reunión del 3 de noviembre de 1936 con Josep Tarradellas, quien afirmaba “que el territorio on pretén actuar és zona de guerra i per tant no hi pot a ver més autoritat que la militar, i per altra part té cura de la población civil la Generalitat”[4].
Como bien relata, posteriormente tomaría el camino de Madrid para entrevistarse con Largo Caballero, presidente del Consejo de Ministros. La delegación dirigida por Joaquín Ascaso entregó un documento donde aparecía escrita la justificación de la creación del Consejo. Los motivos eran que las milicias habían tomado el poder sin ningún tipo de control, por lo que había que supervisarlos, además era necesario un órgano rector de las actividades económicas, sociales y económicas. Al gobierno republicano no le entusiasmaba demasiado la idea por lo que creo una comisión para que estudiara el caso[5].
«Estrechez revolucionaria»
En palabras del propio Ascaso:
Es indudable que el Gobierno de Largo Caballero, en esta oportunidad, pecó de blandura ante los anhelos populares. Fue poco valedor de las ansias aragonesas. Quizá un deseo de no alarmar al otro lado de las fronteras. El hecho es que su política de estrechez revolucionaria nos trajo meses más tarde consecuencias nefastas[6].
En definitiva, la constitución del Consejo de Aragón no fue tarea fácil, las luchas internas de poder entre el Gobierno republicano, la Generalitat y el Consejo eran evidentes y ninguno quería perder influencia. Finalmente, el reconocimiento oficial del Consejo se anunciaría el 25 de diciembre de 1936 en el artículo 11 del decreto de la Gaceta de la República: “En Aragón se creará el Consejo de Aragón, que abarcará con iguales atribuciones que las que se indican en este Decreto para los Consejos provinciales a todo el territorio aragonés reconquistado y aquel que reconquiste el Ejército Popular”[7]. Esto fue posible, en gran medida, a la actuación de Joan Peiró, ministro de Industria desde el 4 de noviembre, que, junto a Juan López, Juan García Oliver y Federica Montseny, conformaban el grupo de anarquistas que constituían el gobierno de Largo Caballero.
Primera reunión del Consejo
Tras esto se recompuso los departamentos del Consejo, se ampliaron de siete a trece departamentos y se incluyó a individuos de otras fuerzas políticas del Frente Popular: dos miembros de Izquierda Republicana, dos ugetistas, dos del Partido Comunista y un miembro del Partido Sindicalista. El 12 de enero de 1937 se celebró la primera reunión del Consejo. Se establecieron tres preceptos básicos[8]:
- Establecer un nuevo orden estructurado en la libertad y la justicia social.
- La organización de la economía aragonesa en torno a una estructura colectivista, respetando al pequeño propietario siempre y cuando no perjudicara al interés general.
- Terminar con las requisas y excesos en el frente cometidos por las milicias.
Como ya hemos explicado, tras el golpe de Estado fueron los comités locales y posteriormente los consejos municipales los que ocuparon el vacío de poder. Pese a los preceptos del Consejo, los militantes de la CNT que configuraban estos consejos municipales no querían perder su posición de dominio, bajo el Consejo había 375 consejos municipales. Se repartían de la siguiente manera, la mayoría de ellos estaban integrados por militantes de la CNT, un total de 175 localidades. La UGT estaba presente en 91 pueblos, Izquierda Republicana en 22, el Frente Popular en 26, y finalmente 23 localidades compartían el poder entre la UGT y la CNT. Como vemos, pese a que hay una mayoría anarquista, no tenía el completo dominio del poder, el panorama era mucho más heterogéneo y complejo[9].
Primeras medidas
El Consejo de Aragón solicitó a los consejos municipales que realizaran un inventario con todos los bienes inmuebles que habían requisado tras los primeros días de conflicto, aunque finalmente la medida no resultó ser demasiado eficaz. Otra de las medidas del Consejo fue el Decreto de municipalización de las viviendas, autorizaba a intervenir aquellas propiedades que habían sido “abandonadas” por sus propietarios, esta medida tampoco tuvo demasiada influencia por su tardía aplicación. Estas medidas muestran la voluntad del Consejo por legislar, pero abandonaba el principio anarquista de autonomía y autogobierno a nivel local, un debate doctrinal que acompañará toda la existencia del Consejo.
En el verano de 1937 volverían a surgir dificultades para el Consejo, el día uno de agosto el PCE convocaría un pleno en Barbastro con la iniciativa de disolver el Consejo, que se veía como una “amenaza para la unidad antifascista”. Un ferviente comunista aragonés, Antonio Rosel, lo relataba así:
De una dictadura anarquista pasamos a otra comunista. Simplemente, porque era hostil a la CNT, se daba aliento y apoyo a gente que siempre había sido, y seguirá siéndolo, enemiga de la clase obrera, porque sus intereses se hallaban fundamentalmente opuestos[10].
Decreto de disolución
Pese a la defensa del Consejo por parte de la CNT en un pleno en Valencia, la República organizó a la 11 División, comandada por Enrique Líster, que se trasladara a Aragón. No tardaría en llegar la noticia, el 11 de agosto se anunciaba en la Gaceta de la República el decreto de disolución:
Decreto disolviendo el Consejo de Aragón y disponiendo cesen los que integran el citado organismo, así como el Delegado del Gobierno en el mismo don Joaquín Ascaso Budría, y disponiendo que el territorio de las provincias aragonesas afecto a la autoridad de la República quede bajo la jurisdicción de un Gobernador general nombrado por el Gobierno”[11].
Aquel gobernador sería el republicano José Ignacio Mantecón.
Los retos del Consejo de Aragón
Los planes del Consejo de Aragón estuvieron determinados por el contexto en el que surgieron. Podríamos establecer cuatro dificultades a las que tuvo que sobreponerse la institución. En primer lugar, las duras condiciones del conflicto bélico que se estaba viviendo en España. Por supuesto, la oposición por parte de los distintos organismos de poder del bando republicano, tanto del gobierno central como de la Generalitat.
También mencionar el breve periodo de tiempo que tuvo de actividad el Consejo, desde octubre de 1936 hasta agosto de 1937, apenas un año en el que el rango de actuación era muy limitado. Por último, señalar los enemigos internos del Consejo, en las propias filas anarquistas había voces discordantes que consideraban las actuaciones del Consejo demasiado intervencionistas.
Aquí termina nuestro breve recorrido por el anarcosindicalismo en Aragón, me he limitado a exponer las características y pilares fundamentales de este movimiento tan intenso como efímero. El siguiente paso sería discernir si verdaderamente fue una experiencia anarquista, eso es una tarea que dejo al juicio del lector y de futuros investigadores.
Notas
[1] Julián, Casanova, Anarquismo y revolución en la sociedad rural aragonesa (1936-1938). Barcelona, Editorial Crítica, 2006, pp. 133-134.
[2]Alejandro R., Díez Torre, “Joaquín Ascaso, primer presidente aragonés del siglo XX y gobernador libertario de Aragón”, en Angela Cenarro (ed.), Contrarrevolución y revolución: dos proyectos políticos y sociales enfrentados, Barcelona, Diputación Provincial de Zaragoza-El periódico de Aragón, 2006, col. “La Guerra Civil en Aragón”, pp. 88-89.
[3] Joaquín, Ascaso, Memorias (1936-1938) …, op. cit., p. 56.
[4] Julián, Casanova, De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España. Barcelona, Crítica, 2010, p. 194.
[5] Julián, Casanova, Anarquismo y revolución…, op. cit., p. 136.
[6] Joaquín, Ascaso, Memorias (1936-1938) …, op. cit., p. 97.
[7] Gaceta de la República, 25 de diciembre de 1936.
[8] Julián, Casanova, Anarquismo y revolución…, op. cit., p. 143.
[9] Ibidem, pp. 155-156.
[10] Ronald, Fraser, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil española. Barcelona, Crítica, 1979, p. 125.
[11] Gaceta de la República del 11 de agosto de 1937.
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