En el primer artículo de esta serie, explicamos cuáles eran los pilares fundamentales del Reino de Aragón. Pero Aragón no siempre fue reino. Comencemos por el origen. Aragón se ha constituido a lo largo de su historia mediante guerras de conquista. Los reinos medievales se construyeron a partir de criterios muy diversos. Eran construcciones muy complejas en las que intervenían multitud de factores a lo largo del tiempo.
Aragón tiene una forma desde el punto de vista territorial totalmente aleatoria. Los accidentes geográficos en la época medieval condicionaban tremendamente el espacio. Pero Aragón no tiene ningún elemento geográfico que delimite el territorio. Durante mucho tiempo, los Pirineos no fueron una barrera geográfica tan decisiva como el río Ebro, algo que se verá cuando Carlomagno establezca su Marca Hispánica.
No había una unidad política antes del condado de Aragón. Hasta la época romana, el valle del Ebro y las montañas ibéricas junto a los Pirineos formaban parte de ese conglomerado de pueblos ibéricos a los que los romanos dieron nombre (no sabemos cómo se llamaban así mismos). Cuando el Imperio Romano desaparece en el siglo V, ese vacío de poder fue rápidamente ocupado. Se empezaron a perder infraestructuras que se habían mantenido gracias al Imperio Romano como los anfiteatros o teatros. De hecho, la población local comenzó a aprovechar esos materiales para construir sus casas.
Dos ciudades
En Aragón se instalaron poblaciones visigodas que habían recorrido el Imperio Romano hasta instalarse en el sur de Francia y la Península Ibérica. Los visigodos, instalados en Toledo desde el siglo VI, intentaron reconstruir el territorio a partir de lo que había sido el Imperio. Aplicaron criterios romanos, pero con instituciones jurídicas de carácter godo y con el cristianismo como factor importantísimo para la cohesión política tras el III Concilio de Toledo con Recaredo. Utilizaron las diócesis tardorromanas para vertebrar el territorio y los obispos pasaron a ocupar un papel muy importante en el mapa político.
En lo que hoy es Aragón sólo quedaban dos grandes ciudades romanas a la llegada de los visigodos. Tarazona, que había tenido obispos desde el siglo V, y Zaragoza, que tenía obispos documentados también desde el siglo V. Reconstruyeron el mapa político y religioso a partir de estos centros con una vida urbana más o menos activa. El resto era territorio rural, donde la explotación del medio hasta el siglo IV se había basado en grandes villas con campesinos dependientes y siervos, como la Villa Fortunatus. Esas grandes villas se empiezan a abandonar a partir del siglo IV, cuando la crisis es más importante.
Un centro cultural
La ciudad de Zaragoza va tomando cada vez más relevancia. Las fuentes escritas para el Aragón visigodo son escuetas y de carácter religioso. En Zaragoza había un importante episcopado y hubo un obispo en el siglo VII, Braulio, que dejó escritas varias cartas que enviaba a otros obispos como Isidoro de Sevilla, el gran referente cultural de la época. Braulio iba dando noticias de que Zaragoza tenía un gran centro cultural, pero no sabemos dónde se ubicaba.
Por analogías se ha dicho que debería estar donde se encuentra la actual Catedral de La Seo. Pero han aparecido muy pocos restos y ninguno concluyente. También hay dudas de si la mezquita sucedió a la catedral visigoda, porque debajo de la mezquita se han encontrado restos del templo romano.
Recapitulando, nos encontramos con un territorio con unas fronteras geográficas poco definidas, una ruralización de la población tras la caída del imperio romano, y muy pocos centros urbanos. Destaca la ciudad de Zaragoza. En el próximo capítulo hablaremos sobre el pasado musulmán de Aragón y la Marca Hispánica.
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