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La hora de la verdad de Javier Milei

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¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia? Es la frase atribuida a quien es, quizás, uno de los políticos más formidables que ha dado luz la historia. Hoy trasciende en un símil inevitable en los recónditos paisajes del sur americano, ¿hasta cuándo abusarás, Cristina, de nuestra paciencia? Los resultados de la noche del domingo fueron una sentencia para los desafectos de la cosa pública, pero que, sin embargo, vivieron con creces a costa suya durante largos periodos de tiempo. En un ineludible ataque de conciencia, los argentinos hicieron presidente a Javier Milei, un outsider en toda regla que entendió el momento histórico que le tocó liderar, pero sobre todo –y he aquí su mérito– canalizó su ideología a los intereses de su país que, hasta hace dos días, era el reflejo de la decadencia política, social y económica, el desastre como paliativo, el error como regla de la clase política –más de setenta años de peronismo– equiparable a la debacle moral que atormenta Venezuela.

Pacto y adaptación política

Si algo se le puede reconocer a Javier Milei es su capacidad de adaptación, incluso cuando la marea corría en su contra con oleajes insalvables. Había moderado su discurso. Sabe que el anarquismo –donde él se sitúa ideológicamente– no es una receta hacia la victoria en un momento de fractura social tan profunda como la que vive Argentina. Y que pasar de un radicalismo a otro puede resultar incluso contraproducente para los proyectos deseados. Salvar un país requiere de tiempo, acuerdos y visión a largo plazo, lo que no quiere decir, por el contrario, un gradualismo taciturno y pacato cuyos resultados llevan a la nada absoluta.

No se puede negar que Javier Milei ha sido un candidato controvertido por sus mensajes lanzados constantemente contra sus adversarios. Esto es un síntoma de su poca experiencia. Estas imprecaciones van más allá de los lamentos que caracterizan a la izquierda más radical y perturbada en un ataque de pánico ante el hecho del posible corte definitivo de su grifo abierto. Meritorio es saberse reconocer equivocado cuando la política necesita de entereza en la emergencia. El pacto y perdón con Patricia Bullrich y su coalición fue clave, porque sin este votante la victoria del domingo pudo no haber sido posible. He ahí también la responsabilidad en la política.

Análisis de la victoria

En un análisis rápido del contexto electoral que aconteció este domingo en Argentina, sorprende la aplastante victoria generalizada en todo el país de La Libertad Avanza (LLA), que ganó en 21 de 24 provincias de Argentina. Estas tres excepciones fueron: Santiago de Estero, Formosa y Buenos Aires. En esta última, tradicionalmente considerada un feudo del peronismo/kirchnerismo, Sergio Massa obtuvo la mínima diferencia de 1,5 puntos. Una victoria ínfima del ministro candidato.

También en zonas geografías que sufren en carne propia las consecuencias del abandono y el retraso que se manifiesta en violencia, pobreza y corrupción, como el Gran Rosario o Gran Mendoza o ciudades como San Martín de Tucumán, salió airoso el candidato de LLA. En total casi 14 millones y medio de argentinos optaron por el cambio frente a la continuidad, por la voluntad de avanzar dejando atrás el camino pedregoso de la frustración, la mentira y la decadencia.

Agenda liberal

Es bien conocida la agenda liberal del futuro presidente de Argentina. Entre sus más sonoras propuestas destacan la dolarización o el cierre del Banco Central de Argentina, una vaca sagrada de los estatistas de nuestro tiempo. Pero en estas medidas, aunque parecen estrambóticas y poco probables, se sustenta una idea práctica del quid de la cuestión. El peso argentino cada vez pierde más valor e, incluso, entre los propios argentinos, con un desencanto entendible desde el punto de vista de la supervivencia.

Y, por otro lado, son la base de una agenda que defiende la autonomía del individuo frente al poder omnipresente del Estado, la propiedad privada y la libertad como principios primigenios del ser humano. Y cuando nos planteamos, entonces, estas tres sencillas cuestiones y las procesamos más allá de lo estrictamente ideológico, las iniciativas cobran otra sustancia. El ciudadano de a pie debe ser capaz de entenderlas y asimilarlas.

Desafíos

Javier Milei tendrá serios desafíos por delante. Carece de una mayoría parlamentaria. No tiene ninguna provincia gobernada por su partido. Y todo el aparato del peronismo está en su contra y su rabia contenida. En primer lugar, tiene que entender ‘la calle’ deberá ser la tarea de todos los días y ganársela a pulso. Debe comprender que la sociedad se construye basándose en el intercambio constante y ofrecer a la gente soluciones con mensajes sencillos. Es necesario resolver cuanto antes la crisis económica para que el ciudadano pueda llegar a fin de mes.

Segundo, puede parecer que hoy Javier Milei no tiene dónde reclinar la cabeza. Se encuentra en franca minoría política, aunque con ‘la calle’ a su favor por un tiempo indeterminado, cuyo termómetro es volátil e imprevisible. La gobernabilidad deberá ser la hoja de ruta de un outsider libertario con grandes intenciones, pero que ha decidido ejercer la política desde su seno. Los pactos con las facciones de JxC o el ala menos radical del peronismo serán inevitables si quiere que su programa tenga éxito. Al fin y al cabo, ¿qué son la política y la democracia si no acuerdos y consensos donde las minorías también ejercen el poder?

Los primeros días de mandato

Aquella idea que ha cobrado relevancia entre los consultores políticos de estos tiempos modernos acerca de la política de los 100 primeros días parecer ser una realidad en un contexto de expectación y determinación, como es el caso de Argentina. Por ello, deberá impulsar las medidas que decida ejecutar en el menor tiempo posible si el futuro presidente entiende que el ánimo social suele desvanecerse con facilidad. Más aún teniendo en cuenta que las fuerzas de la izquierda más radical estarán al acecho para reconquistar esa ‘calle’ que ellos conocen a la perfección.

Javier Milei supo interpretar el hartazgo generalizado de la gente y personificar esta desafección con la política tradicional a su favor. Entendió que hace falta dar una vuelta de tuerca profunda para satisfacer las carencias de esta ciudadanía. No será fácil. Si es resultado final le es favorable, se convertirá en una experiencia paradigmática e imitable para todo un continente y el mundo. En el caso contrario, será un pretexto más para la larga lista de desavenencias que los defensores del intervencionismo usan para achacar a otros su propia incapacidad. Que el tiempo la razón al próximo presidente de Argentina.

Ver también

Victoria de Milei: lo que puede aprender España. (Benjamín Santamaría).

Maradona, el asado y la libertad. (Alfredo Reguera).

Javier Milei, un libertario camino de ser presidente de Argentina. (Santiago Dussan).

Javier Milei y la bandera de libertad. (Mateo Rosales).

¿Es Milei el milagro económico que necesita Argentina? (Fernando Vicente).

Milei, la opción liberal. (Mateo Rosales).

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