Estos señores, a los que la mayor parte de los europeos no sienten como representantes y que apenas tienen una capacidad legislativa real, han aceptado que los gobiernos puedan desconectar sin autorización judicial a los internautas que se descarguen archivos protegidos por derechos de autor. Toda una victoria para Sarkozy… y Obama.
La combinación ha resultado demoledora. Por una parte tenemos a Sarkozy empeñado en poner los intereses de la industria cultural por encima de los derechos de los ciudadanos. Por otra, a una eurocracia que ha demostrado en repetidas ocasiones su poca simpatía por la libertad en internet. Junto a ellos, unos gobiernos que cada vez que quieren hacer algo impopular lo llevan a Europa para que parezca que nos viene impuesto desde Bruselas y así no asumir su responsabilidad ante los votantes. Y todo ello mezclado con las presiones de un presidente de Estados Unidos al que le encanta meterse en los asuntos internos de Europa pero tocado con un halo de beatitud menos que justificado (a Bush le hubieran llovido los insultos si se le hubiera ocurrido, como sí ha hecho Obama, decir a los europeos que tienen que aceptar como miembro de la UE a un determinado país) y que debe muchos favores al star-system de su país. Con todos esos elementos, era imposible pensar en un resultado diferente al que ha habido.
Tal vez sin la presión del cuerpo diplomático norteamericano en toda Europa el resultado habría sido diferente, pero la realidad de Obama es la que es. Los europeos vamos a pagar el interés del inquilino de la Casa Blanca por agradar a los progres millonarios de Hollywood y las discográficas, así como por proteger y aumentar sus privilegios. Zapatero no es el único que sufre pasión por el presidente de Estados Unidos, acabamos de comprobar que, por desgracia, éste es un mal que aqueja a demasiados políticos europeos.
De otra manera no se explica que los eurócratas hayan llegado a aprobar algo así con el argumento de proteger los derechos de autor. No se han atrevido a algo parecido ni tan siquiera cuando esgrimían las otras dos grandes excusas con las que han blandido cada vez que han ido a recortar la libertad en internet: el terrorismo y la pornografía infantil. Teddy Bautista sí tiene motivo para caer en la Obamamanía. El resto de los europeos, no.