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Bitcoin es una mercancía (II)

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Hace unos días mi compañero en este medio Joel Serrano escribió una crítica a mi serie de artículos “Mises no comprendió a Menger”, en donde explico las diferencias entre la teoría de mercancía de Menger, y el uso que hace Mises del término mercancía. Quiero agradecer desde aquí el tiempo que le ha dedicado, y también de paso confirmar que, efectivamente, el título de mi serie de artículos es puro clickbait.

Serrano centra una buena parte de su artículo en negar rotundamente la equivalencia que propongo entre el concepto de mercancía de Menger y los medios de cambio. En primer lugar, quiero dejar muy claro que cuando me refiero a medios de cambio no me refiero a medios de cambio indirecto, sino a medios de cambio en general. En segundo lugar, la mera existencia en la literatura económica de calificar algunos medios de cambio como “indirectos”, ya demuestra que existen los medios de cambio directos (o simplemente “medios de cambio”), que son los que se utilizan en el intercambio directo o trueque, y esos medios son mercancías para el vendedor y bienes de uso o consumo para el comprador. Y en tercer y último lugar, Menger explicó lo siguiente en El Dinero (p. 97):

La expresión «intermediario del intercambio» para designar la función de intermediación del dinero en el intercambio de bienes es incomparablemente más exacta que la de «medio de cambio«, que en alemán se utiliza también para dar a entender cualquier otro bien destinado al intercambio.

Carl Menger

Y en su libro Principios de Economía Política Menger aporta la siguiente definición científica de mercancía: “De ahí que un gran número de economistas, sobre todo germano-parlantes, entienda por mercancías los bienes (económicos) de todo tipo destinados al intercambio“. Creo que sobra ningún comentario adicional por mi parte. Solo me queda añadir que esta equiparación mercancía – medio de cambio es accesoria a mi argumento de que Bitcoin pudo valorarse como mercancía sin ningún valor de uso. Y por tanto, aunque estoy plenamente convencido de que Serrano está equivocado en su interpretación de Menger, por despejar el debate renuncio a usar el término “medio de cambio” y me limitaré a usar el término “mercancía” para referirme al estatus inicial de Bitcoin. Y quisiera recalcar que mi argumento no es tanto el hecho histórico de que Bitcoin se demandara como mercancía sin ningún valor de uso, sino la posibilidad de que pudiera valorarse de esta manera.   

Este argumento central ya lo expuse en este otro artículo, y hoy lo voy a desarrollar un poco más para dar respuesta a las críticas de Serrano.  Dice Serrano que Bitcoin no cumple la segunda parte de la cuarta condición que establece Menger para que una cosa sea un bien. Es curioso que Serrano parece utilizar el texto de la segunda edición de Principios de Economía Política donde Menger añade la palabra “anticipación” en la primera condición, pero no parece utilizar esta segunda edición para citar la cuarta condición donde Menger añade: “aunque sea una necesidad futura y solo con la ayuda de otros bienes”.

En la segunda edición, Menger deja ya meridianamente claro que la necesidad puede ser futura, no tiene que ser presente. De todos modos, la redacción de la primera edición ya rezaba lo siguiente: “Poder de disposición sobre la cosa, de tal modo que pueda ser utilizada de hecho para la satisfacción de la mencionada necesidad”. Aquí no cabe interpretar que esa necesidad tenga que existir obligatoriamente en el presente. Y además esto debe ser cuestión pacífica en el debate cuando el propio Serrano ya reconoce, en virtud de la primera condición, que la necesidad puede ser anticipada, y en las cuatro condiciones de Menger estamos hablando de una misma necesidad.

Y es que además no podía ser de otra manera, pues toda acción humana está enfocada al futuro por definición. Tanto el valor de uso como el valor de cambio, son contingentes, especulativos y más o menos inciertos. Si Bitcoin no cumpliera la segunda parte de la cuarta condición de Menger por razón de no poder ser utilizada en el presente de forma inmediata a voluntad de su propietario, entonces ninguna otra mercancía sería un bien económico. Porque para poder materializar el valor de cambio de una mercancía necesitas que otra persona te la compre (igual sucede con los medios de cambio, ¡que curioso!”), y esa transacción de compra solo puede suceder en el futuro y nada garantiza que se produzca, menos aún cuando se trata de bienes totalmente nuevos. 

También es muy relevante el concepto de escasez. Para que una cosa sea un bien económico la oferta disponible no puede ser mayor que la demandada. Satoshi no preminó, diseñó el sistema de manera que desde el inicio fuera necesario realizar intercambios autísticos para obtener unidades de Bitcoin. Es decir, si Satoshi demandaba más unidades del stock existente, debía realizar un intercambio entregando al sistema un hash válido para el siguiente bloque y recibir a cambio la recompensa correspondiente. 

Por otro lado, Serrano no expone correctamente mi argumento sobre la causa del valor de los medios de cambio. La causa originaria no es que permitan incorporar a las partes el valor añadido del intercambio sino que son herramientas que, gracias a sus cualidades para ello, facilitan o ayudan a intermediar los intercambios. De la misma manera que un coche, gracias a sus cualidades, facilita el transporte.

Cuando un intermediario facilita o posibilita (abarata) una transacción entre dos partes y se le paga una comisión por ese servicio, es porque su servicio de intermediación es valioso. A nadie se le ocurre hablar aquí de circularidad. Sus contactos, su habilidad, conocimiento y sus medios son la causa del valor de sus servicios. Pues pasa exactamente lo mismo cuando el intermediario de la transacción es una cosa en lugar de una persona. Las cualidades de la cosa para intermediar el intercambio son la causa del valor de esa cosa. No es casual que Menger enfatizara la mayor precisión del término “intermediarios del intercambio” para referirse a los medios de intercambio. Esto ni siquiera lo disputa Mises en la cita que expuse en el IV artículo de mi serie donde afirma que los servicios monetarios son capaces de generar valor, que Serrano parece que no leyó pues la aporta como novedad en su crítica. He de decir que estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Mises en esa cita, y añado que ahí contradice de pleno su propio teorema de regresión, pues si el servicio monetario puede generar valor por sí mismo, entonces no hay razón alguna para negar que podamos anticipar que una cosa pueda proporcionar ese servicio en el futuro, y por tanto demandarla sin que todavía hoy lo proporcione, lucrándonos gracias a dicha anticipación, tal y como explica Menger cuando describe la manera de actuar de los agentes más perspicaces en los procesos de monetización.  

La circularidad que veían los críticos de la teoría del valor subjetivo al aplicarla al dinero y que Mises erróneamente aceptó para intentar refutarla con su teorema ad-hoc, simplemente no existe. No existió nunca. Esta circularidad de que demandamos el dinero por la expectativa de que otros la demanden ya la refutó Menger en El Dinero tal y como expuse en este artículo.  Vuelvo a traer la cita de Menger:

Wagner, en su excelente Sozialökonomische Theorie des Geldes (1909,pp. 110 s.) indagando en torno a la función del dinero como medio de cambio, se deja guiar, al igual que muchos teóricos anteriores, por la idea de que el dinero-mercancía es aceptado como contravalor solo por la confianza que esa mercancía suscita por sí misma en que el resto de las personas que acuden al mercado la aceptarán, a su vez, también basadas en esa misma confianza de poder cambiarla luego por otros bienes. Según estos estudiosos, ese factor de confianza que se refiere a la psicología individual y luego —una vez convertido en costumbre consolidada— a la psicología de masas, es esencial y decisivo para comprender la función de medios de cambio del dinero. Esta concepción se basa en un prejuicio que sigue esclavizando de diversas maneras a los estudiosos de la teoría monetaria: es decir, que el dinero —al contrario que el resto de los bienes— es aceptado por nosotros como equivalente a los bienes que cedemos a cambio solo bajo la perspectiva de que, a su vez, también nosotros podremos entregarlo a cambio de otras mercancías en razón de la confianza que también le otorgan las demás personas. Pero aquí se olvida el hecho de que esta no es, en absoluto, una característica peculiar del dinero. También el comerciante, el especulador, etc., adquieren los bienes que luego ponen en venta, únicamente en la «confianza» de que estarán después en condiciones de cederlos a otros, y para ellos es absolutamente indiferente (en el aspecto que es aquí decisivo) el que quienes en el futuro adquieran sus mercancías se propongan luego consumirlas o revenderlas. Lo mismo sucede con el dinero, que nosotros, precisamente como hace el comerciante con su mercancía, lo adquirimos (por lo general y no excepcionalmente) solo a causa de su valor de cambio; es decir, para poder cederlo de nuevo a otros.

La auténtica peculiaridad del dinero respecto a otras mercancías no consiste, pues, en una «confianza» que se manifiesta solo en el caso del dinero, debido al amparo de las normas estatales que lo regulan, sino en su negociabilidad relativa superior al resto de las mercancías

Carl Menger

El dinero no se demanda por su poder adquisitivo, sino por su mayor negociabilidad, y la causa de la mayor negociabilidad se encuentra en la evaluación de sus cualidades (duradero, transportable, divisible, fungible, etc.), que Menger enumeró de manera exhaustiva en El Origen del Dinero, y que, al contrario de lo que parece insinuar Serrano, Menger no afirma que la amplia demanda de una mercancía tenga que venir porque además tenga valor de uso, e incluso si así fuera (que no lo es), tampoco afirma que sea una característica obligatoria.

Con respecto al texto de Menger en el que se refiere a Oppenheimer, la conozco muy bien y la traducción al castellano omite la palabra “cantidades”. Este texto termina de la siguiente manera en el escrito original: “wenn der Charakter der Geldstücke, als Quantitäten von Nutzmetall, verloren ginge.” Que en la versión en inglés está traducido con mayor fidelidad que en castellano: “if the character of coins as quantities of industrial raw materials were lost.” Menger se está refiriendo a que la cantidad de metal (oro o plata) desaparezca, es decir, al envilecimiento de la moneda. 

También trae Serrano otra cita donde Menger se refiere a mercancías donde dice: “además de ser empleadas para fines útiles”. En primer lugar, el adverbio “además” ya denota un carácter accesorio o accidental (no esencial).  Y en segundo lugar, nadie niega que una mercancía pueda demandarse por su valor de uso. Al contrario, la gran mayoría de las mercancías se acaban demandando por su valor de uso al finalizar la cadena de producción y distribución.  Para Menger lo esencial es el valor de cambio, y que una propiedad sea esencial en absoluto implica que la mercancía no pueda poseer propiedades accidentales distintas a sus propiedades esenciales, como sería algún valor de uso.

Con estas citas Serrano pretende llevarse a Menger a su interpretación, sin dar réplica expresa a las múltiples referencias de Menger a que la esencia del concepto de mercancía es su valor de cambio. Cosa que por cierto no es nada particular suyo, sino la definición habitual entre los economistas. El raro es Mises al utilizar el significado de “valor de uso”. La propia wikipedia, que no tiene por qué ser muestra de ningún rigor científico (de eso ya va Menger más que sobrado) pero sí de popularidad de una definición, también incide en exactamente lo mismo que Menger:

“Mercancía o mercadería​ es todo aquello que se puede vender o comprar [..] En el concepto de mercancía está implícito que esta es a su vez intercambiable por otra cosa. Clasificar algo como mercancía supone a su vez reconocer a otros objetos también como mercancías, dado su valor de cambiabilidad.”

Wikipedia

Con mayor o menor rigor, la popular wikipedia se centra en lo mismo que Menger: La intercambiabilidad, el valor de cambio. No se habla de valor de uso o consumo.

Con respecto a la teoría evolutiva del dinero de Menger, dice Serrano “que nadie puede crear medios de intercambio ni crear dinero, porque estos se instituyen socialmente”. Lo que se establece o descubre es el dinero como institución social en sentido abstracto, que no es lo mismo que las distintas manifestaciones particulares de dinero (ganado, sal, plata, fiat, Bitcoin). Una cosa es que individualmente sea históricamente muy improbable, más bien virtualmente imposible, inventar algo tan abstracto como el dinero de forma individual, y otra muy distinta que una vez descubierto espontáneamente y sobre el soporte de los bienes con valor de uso, cualquiera pueda intentar lanzar, de manera expresa y exclusiva, un bien cuya finalidad sea únicamente servir como medio de intercambio. 

Esta fue claramente la intención de los cypherpunks desde la década de los 80 del siglo pasado, que Friedman veía venir con toda claridad, también es clara la intención de Satoshi viendo el título de su whitepaper, o la intención de todo aquel que esté trabajando hoy en diseñar una moneda totalmente independiente trust minimized sin vinculación a ningún activo que por ejemplo sea más estable que Bitcoin por la vía de adaptar algorítmicamente la oferta a la demanda. Que dicha invención no tenga ningún valor de uso no monetario que genere un primer precio, o que dicha invención acabe por fracasar, en absoluto impide que el promotor la lance y que uno o más individuos consideren que puede funcionar como medio de cambio adquiriendo las primeras unidades al precio que voluntariamente acuerden las partes y generando así un primer valor de cambio basado única y exclusivamente en la expectativa de utilidad monetaria.

Serrano no parece darse cuenta que no solo el dinero, sino que cualquier mercancía con o sin valor de uso es un bien red. Y que como tales necesitan de la participación de al menos dos individuos para que pueda materializarse su valor en un precio. Y exigir que el motivo de demandar del primer demandante no pueda ser el mismo que el del segundo hasta que éste último por fin lo demande no tiene ningún sentido. Sería como sostener que la demanda del inventor del teléfono sólo puede existir como demanda de satisfacer la necesidad de comunicarse por voz remotamente si, y sólo si, aparece otra persona que también necesite comunicarse y quiera hacerlo a través de un teléfono. Como si la necesidad insatisfecha de comunicarse remotamente no fuera una necesidad. No, las necesidades se pueden satisfacer o no. Que no se satisfagan no quiere decir en absoluto que no sean necesidades o que la necesidad insatisfecha sea de naturaleza distinta cuando se satisface y cuando no. La “mera esperanza” de que un bien pueda servir para satisfacer la necesidad de comunicarse, es demandar el bien por el motivo de satisfacer la necesidad de comunicarse. Punto. No hay que elucubrar con otras necesidades.  De la misma manera, la mera esperanza de que un bien pueda satisfacer la necesidad de intercambiar, ya es demanda por utilidad monetaria.

Con respecto al Teorema de Regresión, la argumentación de Serrano es confusa y contradictoria en general. Me deja totalmente perplejo que Serrano califique como valor de uso la demanda especulativa por la posibilidad de que la cosa en cuestión pueda tener valor de cambio en el futuro. Es evidente que en la demanda especulativa lo único relevante es el valor de cambio. Entonces, ¿El valor de cambio futuro es un valor de uso presente?. No tiene sentido. O que también defienda que la diferenciación entre valor de uso y valor de cambio es innecesaria y al mismo tiempo defienda el Teorema de Regresión. Más que defenderlo parece vaciarlo de contenido o incluso refutarlo.

La imposibilidad que él observa de que Bitcoin pudiera tener valor de cambio desde el primer momento (ser mercancía) sin ningún valor de uso previo, se debe a una falta de comprensión de las mercancías en relación a las condiciones de Menger para que una cosa sea un bien. Como decíamos, los bienes que son mercancías siempre implican a un individuo y potencialmente a otro individuo adicional. Uno de ellos tiene que valorarlo como mercancía, y el potencial lo puede valorar como mercancía o como bien de uso. Aunque Serrano habla de medios de intercambio y utilidad monetaria, su argumentación no podría ser distinta si estuviera hablando de mercancías en general en el sentido de bienes que tienen valor de cambio con o sin valor de uso. El concepto de mercancía lleva implícito que su propietario pretende anticipar en el tiempo las necesidades de los demás individuos, de manera que es totalmente normal que sea el único que anticipa la necesidad si se trata de un invento novedoso, y por tanto el único demandante. Y también es muy habitual que incluso el carácter de mercancía tenga el objetivo de crear o incrementar la necesidad en otros individuos (imagen de marca, embalajes o presentación muy vistosa, etc).

Volviendo a Bitcoin, carece de toda lógica negar que por el hecho de que un bien se demande hoy por una expectativa de valor de cambio que aún no se ha materializado, no se esté demandando hoy por razón de esa misma expectativa, y que tiene que demandarse obligatoriamente por cualquier otra razón peregrina (¿satisfacción intelectual?, ¡¡por favor!!) menos la que se está esperando en el caso de que esta fuese la expectativa concreta de servir como medio de intercambio. Además, cuando hablamos de demanda única y exclusivamente por expectativa de valor de cambio de una cosa (demanda especulativa), poner como condición obligatoria precisamente para este caso que la cosa ha de tener un poder adquisitivo previo es totalmente absurdo e irracional. En este caso la inexistencia de poder adquisitivo previo no solo no imposibilita nada sino que incentiva a lo que el propio Satoshi dijo en bitcointalk en Agosto de 2010 hablando sobre el teorema de regresión: “I would definitely want some”.

Al propietario que demanda especulativamente un bien lo que le importa es el valor de cambio en el futuro. Que la cosa no tuviera ningún poder adquisitivo en el pasado ni lo tenga en el presente no solo no es ningún impedimento, ¡¡todo lo contrario!!, una vez que el propietario tiene esa expectativa de valor futuro, acertada o no, es una razón para demandar y acaparar la mayor cantidad posible de esa cosa.

¿Que la expectativa de que ese valor de cambio se materialice en el futuro no depende del propietario, sino de los demás agentes, y que si se equivoca se comerá la cosa con patatas?   Sin ninguna duda. Así es la especulación. Y esto es así para absolutamente cualquier bien económico con el que se pretenda especular, nada especial de las mercancías o el dinero.

3 Comentarios

  1. Buena respuesta. No tan detallada y precisa como la de Joel Serrano, pero «salva» alguno (o algunos) de los puntos criticados.
    Enhorabuena a los dos.

    • Gracias por lo que me toca. Estoy preparando la respuesta a algunos de los puntos que «aparentemente» salva Polavieja en su artículo.


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