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El lenguaje económico (XVIII): economía doméstica

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Los primeros tratados de economía, escritos en la Antigua Grecia, versan sobre la economía doméstica y la agricultura. En su Económico (364 A.C.), Jenofonte (1786: A2) afirma: «El objeto de el buen Ecónomo es gobernar bien su propia casa». Ayer y hoy, las familias deben tomar decisiones económicas para equilibrar ingresos y gastos. Mientras que los primeros —salarios, pensiones, dividendos, rentas inmobiliarias, etc.— constituye una cantidad relativamente estable, los segundos pueden fluctuar considerablemente según la conducta consuntiva de cada cuál. Para gozar de una buena economía las familias y, en general, los consumidores deben abrazar el círculo virtuoso que propone el profesor Bastos (2012): «Capitalismo, ahorro y trabajo duro».

No llegar a fin de mes

Al menos en Occidente, desde una óptica biológica, nadie muere de inanición antes del día 30. La expresión «no llegar a fin de mes» significa, en realidad, que existen dificultades para equilibrar ingresos y gastos. Algunos sitúan el problema en la parte del ingreso: no se gana lo suficiente para cubrir las necesidades vitales, lo que conduce eventualmente a demandas políticas como la «renta básica universal» o el «ingreso mínimo vital». Otros lo sitúan en la parte del gasto: se gana lo suficiente (por así decirlo), pero se gasta demasiado.

Ubicar a una familia en uno u otro grupo es una cuestión controvertida porque «insuficiente» o «demasiado» son conceptos subjetivos. Por ejemplo, la mayoría de subsidiados considera que el monto percibido es «insuficiente» para cubrir las necesidades básicas. Las demandas de quienes viven o aspiran a vivir de lo ajeno nunca tienen fin, por este motivo, el Estado de bienestar contiene la semilla de su propia destrucción (Huerta de Soto, 2014).

Sea como fuere, la realidad nos impone ajustar el gasto al ingreso y quienes lo realizan mal tienen tres opciones: a) Incrementar su ingreso mediante un aumento de la producción: pluriempleo, horas extra, etc.; b) Reducir su consumo modificando hábitos, pero como esto no es fácil, la mayoría (que dice no llegar a fin de mes) prefiere pasar estrecheces los días previos al cobro; c) Pedir un crédito para llegar a fin de mes: círculo vicioso que suele terminar en la ruina. Para evitar los agobios económicos es recomendable constituir un fondo de emergencia (dinero u otro activo muy líquido) equivalente a tres mensualidades del ingreso corriente. A mi juicio, el origen más común para «no llegar a fin de mes» es una mezcla de pereza (no trabajar lo suficiente), irresponsabilidad e imprevisión. O sea, la negativa a asumir sacrificios productivos y consuntivos. Corrobora esta tesis el hecho de que nuestros padres y abuelos ahorraban mucho más teniendo menores ingresos.

Vivir al día

En algunas culturas los individuos, literalmente, «viven al día»: una vez que han conseguido el poco dinero que necesitan para subsistir dejan de trabajar hasta el día siguiente. Su preferencia temporal es máxima. Según Rothbard (2011: 15): «Puede denominarse preferencia temporal la que privilegia la satisfacción presente sobre la satisfacción futura, o el bien presente con respecto al bien futuro, teniendo en cuenta que se trata de la misma satisfacción (o bien), comparada en momentos diferentes». Vivir al día imposibilita el ahorro y la inversión, lo que sitúa a las personas en un estado de supervivencia propio del reino animal.

Vivir por encima de las posibilidades

Incluso quien gasta más de lo que ingresa, viviendo a crédito, lo hace según «sus» posibilidades. El prestatario obtiene el préstamo porque el prestamista considera (subjetivamente) que su cliente tiene capacidad de pago (rentas futuras) o presenta garantías (patrimonio, prenda, aval, seguro) susceptibles de redimir el principal más los intereses. En definitiva, nadie puede vivir por encima de sus posibilidades porque todos, incluso el manirroto, vivimos según nuestras posibilidades.

Gastar lo que no se tiene

Al igual que la expresión anterior, se trata de una imposibilidad económica y lógica. Los productos y servicios que se consumen son necesariamente bienes presentes: propios, donados o prestados. Si alguien consume algo es porque lo tiene a su disposición. Incluso si pagara con dinero prestado gasta «lo suyo» porque al suscribir el contrato de mutuo «queda facultado para consumir o disponer como propio el dinero que le ha sido prestado» (Huerta de Soto, 2020: 10).

Prestar o vender lo que no se tiene

La única forma de prestar o vender algo que no se tiene es cometiendo fraude. Por extraño que parezca, en el seno del sedicente «Estado de Derecho», los gobiernos legalizan con descaro ciertas estafas. El caso más notorio es la banca con reserva fraccionaria: la entidad presta a terceros el dinero que sus clientes han depositado a la vista. El banco se lucra a expensas de los depositantes (riesgo) y de la sociedad en su conjunto ya que esta práctica —expansión crediticia— provoca inflación. Otro ejemplo es el overbooking,[1] donde el transportista revende un derecho (asiento) que no le pertenece porque ya ha sido adjudicado previamente a otro cliente. Paradójicamente, el gobierno prohíbe la reventa de entradas a espectáculos siendo el revendedor legítimo propietario del derecho adquirido. ¡El mundo al revés!

Serie ‘El lenguaje económico’

(XVII) Producción

(XVI) Inflación

(XV) Empleo y desempleo

(XIV) Nacionalismo

(XIII) Política

(XII) Riqueza y pobreza

(XI) El comercio

(X) Capitalismo

(IX) Fiscalidad

(VIII) Sobre lo público

(VII) La falacia de la inversión pública

(VI) La sanidad

(V) La biología

(IV) La física

(III) La retórica bélica

(II) Las matemáticas

(I) Dinero, precio y valor

Bibliografía

Bastos, M. A. (2012). «Comparación entre socialismo y capitalismo». Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=ittVmW2wtbk.

Huerta de Soto, J. (2014). «Liberalismo vs anarcocapitalismo». Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=CRef2_aRmII

Huerta de Soto, J. (2020). Dinero, crédito bancario y ciclos económicos. Madrid: Unión Editorial.

Jenofonte (1786). La economía. Madrid: Benito Cano. Biblioteca Nacional de España.


[1] La Unión Europea ha legalizado (Reglamento CE nº 261/2004) el overbooking para satisfacer los intereses de las aerolíneas a expensas de los viajeros afectados.

4 Comentarios

  1. Siempre es un placer leer sus artículos: interesantes, pedagógicos y, a veces, hasta divertidos. Gracias por enseñarnos tantas cosas.

  2. me encanta el artículo, breve y al grano. Para mi es que esta era digital está provocando que los cerebros sean cada vez más pequeños y el HOMO/MONA/MONO/HOMA INSAPIENS es cada vez más fácil de domesticar y programar sus gastos, consiguiendo que abandone la clase media sin darse cuenta. Los Estados no pueden soportar más una amplia clase media y les es más rentable gastarse la pasta en el sueldo mínimo vital

  3. muchas gracias D. José, leyendo sus artículos me empieza a gustar la economía, ciencia para mí hasta ahora incomprensible,
    saludos

    • La economía es una ciencia lógica, por tanto, comprensible. Lo único que no se entiende es la pseudoeconomía: la economía cuantitativa. Saludos.


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