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La economía a través del tiempo (XI): Los egipcios se adelantaron a Aristóteles

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Las instrucciones de Ptahhotep, escritas entre  2494 a.C. y  2345 a.C., son una serie de consejos que, al igual que los analizados en anteriores artículos, pretenden servir de consejos que alguien experimentado transmite al más joven. La forma de estos documentos no tiene más intención que la de legarse de generación en generación y servir como guía a lo largo de los años.

De hecho, es probable que la propia firma del texto sea falsa. Puede que se haya puesto simplemente para que los mandatos parezcan provenir de una autoridad. Esto se debe a que Ptahhotep era un escriba cercano al faraón Dyedkara Isesi, algo que, evidentemente, otorgaba cierta reputación. Es más, la posición del redactor era cercana a lo que hoy se entendería como un Primer Ministro. Era un administrador de la Hacienda Real que le infería una gran autoridad tanto para su pueblo como para las generaciones posteriores.

La codicia bien entendida empieza (y termina) con lo propio

Aunque no sea el momento de ver con profundidad el pensamiento de Aristóteles, es importante resaltar las similitudes que existen entre el siguiente fragmento y uno de los planteamientos que el filósofo griego realiza en su obra Política. En concreto, siguiendo la traducción de Sánchez (2020), las instrucciones de Ptahhotep establecen lo siguiente:

No seas avaro en los repartos, ni codicioso más que en lo relativo a tus bienes, ni avaro con tus allegados (p. 33).

No ser avaro ni codicioso, un valor común a numerosas culturas, no es lo que en este fragmento llama la atención, sino la excepción que se establece para tal normal. En efecto, el texto indica que las personas pueden codiciar sus propios bienes, algo que se puede interpretar como una defensa de la propiedad que, además, no está condicionada bajo una visión egoísta. Esto es porque, inmediatamente después, el instructor enuncia la importancia de compartir, de atender a los allegados. Es aquí cuando se asoma Aristóteles (1993), quien afirma lo siguiente:

Se censura el egoísmo justamente; pero éste no consiste en amarse a sí mismo, sino en amarse más de lo que se debe, y de igual modo pasa con el amor al dinero, ya que todos, en definitiva, amamos cada una de estas cosas. Por otra parte, el hacer favores y socorrer a los amigos, huéspedes y camaradas, es lo más agradable, y esto sólo se realiza gracias a la propiedad privada (p.75).

No es este el espacio para realizar un análisis sobre el pensamiento aristotélico, pero sí es menester resaltar que ambos textos parecen querer expresar más o menos lo mismo. El deseo exacerbado, ya sea en forma de avaricia y codicia en el caso del documento egipcio o de egoísmo en el caso del filósofo, es algo perjudicial. La protección de lo propio, ya sea en forma de codicia de los bienes que se poseen como en las instrucciones de Ptahhotep o en forma de propiedad privada o amar al dinero de forma sosegada, como plantea Aristóteles, es algo plenamente natural que no debe provocar mala conciencia.

Amor al prójimo

Y, por último, la atención y el amor al prójimo, ya sea dejando de lado la avaricia como en el texto milenario o haciendo favores y socorriendo a amigos como en el griego, es un valor positivo. Son estas tres ideas comunes las que se desprenden de ambas declaraciones.

De hecho, la importancia del buen trato al allegado es algo que aparece constantemente en todo el texto egipcio. Así, en otra de las máximas, el autor antiguo asegura que la ayuda acaba teniendo como resultado algo positivo en uno mismo:

Reconoce a quienes están a tu lado y tus bienes existirán siempre. No envilezcas tu carácter contra tus amigos, son un campo de la ribera cuando está inundado; es más importante que sus riquezas. Las cosas de uno son para el otro Es beneficioso el buen comportamiento del hijo de un hombre (un biennacido) para él. Una buena naturaleza quedará en el recuerdo (p. 43-44).

El buen trato que se le debe de prestar al prójimo tiene como consecuencia, como es evidente, el respeto de su propiedad privada:

No robes la casa de la vecindad, ni sustraigas los bienes de quien está próximo a ti, pues no será útil para quien lo hace, pero él (el vecino) no debería hacer una acusación contra ti hasta que hayas sido escuchado (p.41).

En definitiva, las instrucciones de Ptahhotep evocan el concepto ético aristotélico del punto medio. Para el egipcio, codiciar y robar son una falta, pero no lo es defender y amar lo propio. Eso sí, es virtuoso ofrecer de forma voluntaria lo que uno tiene. Una balanza de tres brazos que con posterioridad será desenterrada en Grecia.

Bibliografía

Aristóteles. (1993) Política. (García Gual, C. & Pérez Jiménez, A. Trad.) Atalaya.

Sánchez, A. (2020) La literatura sapiencial egipcia. (Vol. I).

Serie La economía a través del tiempo

(I) El estudio de la historia del pensamiento

(II) Individuo y colectivo, comunidad y sociedad

(III) El Estado y las formas de intervención

(IV) La primera disciplina fue la economía

(V) La educación y el trabajo para los sumerios

(VI) Los impuestos para los sumerios

(VII) La riqueza para los asirios

(VIII) Urakagina, el primer Juan de Mariana

(IX) La meritocracia y el ahorro para los egipcios

(X) Los egipcios se adelantaron a Weber

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