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El negocio del sofware libre (XI): abundancia y lentejas

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Transcripción de la charla impartida en el Verano .h 2024 de la Universidad de las Hespérides el 20 de julio de 2024.

Copia bien y cita a quién.

Cuando me propusieron explicar por qué soy tan crítico con la propiedad intelectual y las patentes, pensé en qué enfoque darle: explicar que la propiedad intelectual no es propiedad, los problemas de legislar mitos, los siniestros vínculos entre las patentes y la revolución francesa… abundancia de ideas que me llevaban a nuevas ideas. De hecho, esta conferencia podría haberse titulado Cómo pensar en abundancia genera abundancia y pensar en escasez genera escasez.

Y en esas estaba hasta que un día, conversando con mi amigo Manolo, un taxista de mi barrio, me dijo “el que sí que fue un genio, fue al que se le ocurrió echar una semilla dura como las lentejas a cocer y ese no se guardó el secreto”, un comentario que me hizo encender la bombilla.

Siempre me fascinó del Profesor Bastos que, con ejemplos sencillos, es «capaz de hacer concretos conceptos teóricos abstractos muy complejos», como dijo el Profesor Óscar Rodríguez Carreiro en su encomio a Bastos por el Premio Juan de Mariana.

Y otra idea que aprendí de Carreiro es que una forma de mostrar el compromiso contra la propiedad intelectual, es copiar a otros. Así que voy a copiar a Manolo, a Bastos y a Carreiro. Les copio y les cito, porque aunque yo defienda que no debería haber ningún tipo de restricción legal a la copia de ideas, sí que hay un compromiso moral para con los autores. Nótese la diferencia entre legal y moral.

La abundancia genera abundancia

Además, los tres ilustran muy bien que la abundancia genera abundancia. Especialmente en las ideas, ya que cuando A le cuenta una idea a B, esa idea ahora la tienen A y B. Y se combina con las ideas que ya tenía B, por lo que A no pierde nada al contar su idea, B gana una idea, pero si B le cuenta a A la misma idea, pero conjugada con las ideas de B, A gana una idea más desarrollada, lo que en memética sería un “memeplex”.

Los profesores Bastos y Carreiro, como el resto de la Escuela Austríaco-Galaica, se caracterizan, además de por su voracidad lectora, por  no limitarse a impartir sus clases y marcharse a casa, sino por escuchar a todo el mundo, tanto alumnos como no alumnos, dentro y fuera de sus despachos, comer en el campus o alrededores, siendo la comida una prolongación de las clases, acudir a todas las citas académicas… es decir, abundancia de conocimientos e ideas a partir de la lectura y un contínuo intercambio de conocimientos e ideas. Abundancia que genera más abundancia.

El taxista como intercambiador de información

Cuando he nombrado a Manolo sólo he indicado sobre él que es taxista. Pero esto indica mucho más que ser profesor. No hay más que dar un paseo por cualquier campus de cualquier universidad  para ver que la mayoría de profesores llegan al campus, imparten sus clases y se marchan, sin debate intelectual de ningún tipo, ni con los alumnos ni con otros profesores.

El planteamiento arrogante de pensar que los conocimientos de un profesor valen más que los de un alumno o que una explicación vale más en sede universitaria o publicada en una revista académica, que un argumento desarrollado en cualquier otro contexto limita su expansión. Pensar en escasez, genera escasez.

Imposible. Un taxista siempre tiene que interactuar con una serie de personas cada día. La parte más difícil de su trabajo no es conducir o saber las calles. De hecho, muchos clientes buscan en el taxista la conversación o su conocimiento, como cuando vamos a una ciudad que no conocemos y pedimos que nos lleve a un sitio “que se coma bien”.

Damos por hecho que el taxista, como intercambiador permanente de información, va a saber atender ese asesoramiento que demandamos. Y lo damos por hecho porque la abundancia de información genera más abundancia de información y cuando pensamos en abundancia realmente obtenemos abundancia.

Lentejas y medicamentos

Para mantener una buena salud, podemos tener unos hábitos que dependen en mayor parte del individuo, como hacer deporte o llevar una vida ordenada, y otros, que tenemos que recurrir al mercado, como son los alimentos y los medicamentos.

Y aquí se ve muy bien cuando pensamos en abundancia o cuando pensamos en escasez.

Retomemos la reflexión de Manolo, “el que sí que fue un genio fue al que se le ocurrió echar una semilla dura como las lentejas a cocer y ese no se guardó el secreto”. Seguramente no sería un único ser humano al que se le ocurrió, sino que, al igual que el fuego o la rueda, fueron descubrimientos espontáneos en distintos puntos del mundo, pero lo que está claro es que se fue extendiendo ese descubrimiento compartiéndose en el tiempo y en el espacio.

Y, como toda idea, al combinarse con otras ideas, forman nuevas ideas. Ahí donde llegaba la idea de cocer las lentejas, ya estaba la idea de cocinar otros productos. A medida que se descubren nuevos productos y nuevas técnicas para cocinar se unen a las anteriores. Por lo que surgieron infinidad de recetas con lentejas, combinándolas con otros productos y con diversas técnicas de elaboración.

Donde no se piensa en escasez, la abundancia surge de forma espontánea

Sin embargo, en el mundo farmacéutico, donde la abundancia es en regulaciones, desde las patentes a las que tienen que enfrentarse los fabricantes de medicamentos, hasta las restricciones a la hora de montar una farmacia, donde está regulado (al menos en España) hasta la distancia mínima entre farmacias, lleva a un pensamiento en escasez.

Escasez en formatos de venta que conlleva que si necesitamos X dosis de un producto, no podamos comprar esas X dosis, sino cajas completas de medicamentos. Algo que no ocurre en las lentejas, ya que podemos comprarlas desde pequeñas cantidades a granel, empaquetadas en pequeños formatos de 400, 500, 750, 1000 gramos… o sacos grandes.

Escasez en formatos de ingesta, ya que antiguamente era el boticario el que elaboraba el medicamento, algo que ahora se practica, más allá de los hospitales, y que derivaba a que no sólo preparase las dosis necesarias, sino también en el formato mejor adaptado al paciente. ¿A alguien se le ocurriría que las lentejas sólo se pudieran elaborar en unos pocos formatos homologados?

Escasez de proveedores provocada, en gran parte, de nuevo, por el pensamiento en escasez. Si alguien piensa en invertir en un negocio, va a preferir un sector con pocas trabas burocráticas. Si un sector está muy regulado, desincentiva la entrada de nuevos operadores. Pensar en escasez conlleva escasez de inversiones.

Software Libre, ¿escasez o abundancia de ideas?

Visto desde fuera, es difícil entender la cantidad, y la calidad, de aplicaciones libres disponibles. Pero si entendemos que la base del Software Libre no es el código, o las licencias, sino que es una comunidad de personas que comparte conocimiento, ya que en GitHub o en StackOverflow se comparte, además de código, conocimiento o, más claro aún, en Wikipedia se comparte conocimiento en general, y sólo en ocasiones muy concretas, código, vemos que el pensamiento en abundancia es lo que genera una producción en abundancia.

Abundancia de grupos locales, los GLUG (GNU/Linux Users Groups) donde se aprovecha la cercanía física para quedadas presenciales. Abundancia en plataformas, derivada de que, quien piensa en comunidad y, además, sabe programar, lo primero que programa es herramientas por y para la comunidad. Y abundancia en eventos, ya que, la comunidad conlleva colaboración, pero también competencia. Colaboración y competencia que hace que haya una multiplicidad de eventos, pero también de software. Colaboración y competencia que hace que, cada vez, ese software sea de mejor calidad.

Y es que, pensar en abundancia genera más abundancia. Sea con ideas, como los profesores Bastos o Carreiro, sea con productos físicos, como con las lentejas, o sea con producción inmaterial, como es el software.

Serie ‘El negocio del software libre’

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