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La economía a través del tiempo (XIV): riqueza y divinidad en la antigüedad

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La riqueza ha estado asociada a un regalo o premio divino en alguna que otra cultura. Esto no ha sido común dentro del cristianismo, por eso suele verse como algo ajeno en el contexto social occidental. La única rama que ha interpretado la prosperidad económica con un premio de Dios ha sido la llamada Teología de la Prosperidad, la cual sostiene que los bienes materiales de alguien están asociados a su fé. Esta idea asume que el que es más rico lo es gracias a su entrega a la religión o a una especie de selección que Dios ha realizado sobre él y que muestra que irá al cielo.

Quitando esta excepción, el cristianismo ha estado completamente desapegado de la idea de que el bienestar económico proviene de una designación divina directa. Podemos ver, siguiendo las instrucciones egipcias de Merykara que hemos mencionado anteriormente, que en otros contextos religiosos antiguos no ha sido así. En una parte de estas enseñanzas, se le recomienda al gobernante lo siguiente: “Suministra en abundancia el vaso de ofrendas del dios, incrementa las provisiones, coloca la abundancia en las ofrendas diarias, pues son cosas beneficiosas para quien las hace” (Sánchez, 2020, p.74).

Más adelante, el texto vuelve a mantener la misma idea: “Haz para el dios y te hará del mismo modo con provisiones de las que hacen prosperar las piedras de ofrendas y con grabados. Es lo que proclamará tu nombre. Reconoce el dios según lo que se le hace” (Sánchez, 2020, p.84).

Ofrendas a los dioses

De ahí se desprende que las ofrendas a los dioses se realizan con el objetivo de conseguir bienestar material, riquezas o provisiones. Esto es una diferencia sustancial a la idea que el cristianismo tiene de holocausto, ofrenda o sacrificio (como el de un animal, escena muchas veces repetida en la Sagrada Escritura). De hecho, los cristianos consideran que las ofrendas se hacen para tratar de restituir, aunque sea parcial o temporalmente, los pecados y las ofensas a Dios (Biblia Católica Online, 2005, Hebreos 10, 1-4.).

En este sentido, el Ser Humano se situaría en una posición más humilde que en el caso de los egipcios. Pues hacer algo para Dios viene a compensar el comportamiento propio, que parte de una posición rebajada por el pecado original, y no para conseguir algo extra como riqueza y prosperidad económica. De esta manera, se entiende mucho mejor cuál es la función del sacrificio de Cristo. Se ofrece, como el propio Dios, para el holocausto definitivo que destruye al pecado y hace inhábil cualquier otro sacrificio.

No quiere decir esto que el cristianismo rechace a Dios como causa de la riqueza, pues Dios es siempre causa última dentro de la filosofía católica, pero la correlación no es tan directa como en el caso de las instrucciones de Merykara, posiblemente porque la prosperidad económica no se percibe como un bien en sí mismo, sino una herramienta que puede, o no, ser utilizada para el bien.

Agni

La idea egipcia, además, se puede ver en otras civilizaciones, algunas muy distintas. Es el caso del RigVeda, un texto datado con anterioridad al año 1200 a.C y perteneciente a la cultura védica y al vedismo, una religión que puede interpretarse como ‘la madre’ del hinduismo. En estos textos, escritos en tierras pakistaníes, existe la figura de Agni, al cual se le elogia por lo siguiente: “Digno es Agni de ser alabado, viviendo como lo hacían los antiguos videntes. Él traerá aquí a los Dioses. A través de Agni, el hombre obtiene riqueza, sí, abundancia que crece día a día, más rica en héroes, gloriosa” (Anónimo, 2022, p. 7).

Más adelante, el texto revela la misma idea que el egipcio: “Agni, bien encendido, trae los dioses para él que ofrece regalos sagrados. Adóralos, purificador, sacerdote. Hijo de ti mismo, presente, O sabio, nuestro sacrificio a los dioses hoy. Dulce al gusto, para que se den un festín” (Anónimo, 2022, p. 14). Es decir, de alguna manera, el dios premia a cambio de regalos y es el encargado de darle riqueza a los hombres.

El fuego

Sin embargo, en este último caso, la relación del dios Agni con la prosperidad puede tener una base real. Esta deidad no era más que la representación idealizada del fuego, al cual se le atribuyen funciones purificadoras. Y, como es evidente, sirvió en su momento como un salto sustantivo hacia un estadio de mayor prosperidad económica y de riqueza. Así lo explica Buades (2012):

Sin duda, una de las fuerzas más misteriosas, sobrecogedoras y, al mismo tiempo, más querida del hombre primitivo fue aquella que se manifestaba en el fuego. Un Algo que con el fuego le calentaba en las noches frías, le iluminaba en la oscuridad, transformaba sus alimentos. Que en sus llamas que se levantaba hacia el cielo, llevaba consigo las ofrendas y sacrificios de los mortales. Pero que enfurecida podía usar su fuego para destruirlo todo. Un Algo fuente de vida y muerte, purificador y protector. Un Algo que se manifestaba en el cielo como el sol, en la atmósfera como el relámpago, y en la tierra como el lar o fuego del hogar. No es, pues, de extrañar que los Vedas dediquen unos 200 himnos a este Agni (p. 52).

De hecho, los védicos llamaban con ese mismo nombre al fuego, de tal forma que el dios sólo fue una exacerbación de una herramienta natural cuyo descubrimiento significó uno de los mayores hitos tecnológicos de la historia.

Bibliografía

Anónimo (2022) Rigveda. YogaIndra.

Bíblia Católica Online. (2005).

Buades, G. R. L. (2012). El Ṛg Veda. Proyección. Teología y Mundo Actual, (244), 47-74.

Sánchez, A. (2020) La literatura sapiencial egipcia. (Vol. I).

Serie La economía a través del tiempo

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