Uno de los conceptos más discutidos en la historia del pensamiento, ya sea económico o no, es la escasez. La escasez es la que provoca la necesidad de llevar a cabo una distribución. Aquellas cosas no escasas, como el aire en términos generales, no son susceptibles de ser distribuidas. Sin embargo, aquello que es más limitado, como la comida o la vestimenta, se debe de someter a algún tipo de repartición, siguiendo algún criterio. No es de extrañar, por tanto, que el Ser Humano haya aspirado constantemente a un mundo sin escasez. En el contexto mitológico griego, esto es la Edad de Oro.
En la mitología griega, la Edad de Oro es la primera y más perfecta de las cinco edades de la humanidad. Estas edades fueron mencionadas y descritas por primera vez por Hesíodo (2006, 70) en su obra Trabajos y días. Este periodo está caracterizado como una era ideal, cuando los seres humanos vivían en total armonía con los dioses y la naturaleza bajo el reinado de Cronos, el titán que gobernaba antes de ser derrocado por Zeus. Durante esta época, los hombres no experimentaban sufrimiento, enfermedades, vejez ni necesidad de trabajar, ya que la tierra producía de manera espontánea todo lo necesario para su subsistencia. No había escasez.
En el texto actual, Hesíodo (2006) comienza asegurando que la abundancia de la Edad de Oro demostraba un mismo origen del Ser Humano y los dioses: “Ahora si quieres te contaré brevemente otro relato, aunque sabiendo bien (…) cómo los dioses y los hombres mortales tuvieron un mismo origen” (p.70). Sin embargo, algunos autores (García Calvo, 1955, 219) defienden que el último verso fue un añadido posterior, puesto que no se menciona en ningún otro momento una separación entre dioses y humanos.
Sea como sea, la idea de que existió un tiempo de abundancia, sin los padecimientos ocasionados por la escasez, es la que prima en el concepto de una remota Edad de Oro:
Al principio, los Inmortales que habitan mansiones olímpicas crearon una dorada estirpe de hombres mortales. Existieron aquellos en tiempos de Cronos, cuando reinaba en el cielo; vivían como dioses, con el corazón libre de preocupaciones, sin fatiga ni miseria; y no se cernía sobre ellos la vejez despreciable, sino que, siempre con igual vitalidad en piernas y brazos, se recreaban con fiestas, ajenos a todo tipo de males. Morían como sumidos en un sueño; poseían toda clase de alegrías, y el campo fértil producía espontáneamente abundantes y excelentes frutos (Hesíodo, 2006, 70).
Así, la muerte no era violenta ni traumática, sino que llegaba como un sueño plácido. La conexión entre humanos y dioses era cercana y benevolente, y los hombres disfrutaban del favor divino constantemente. Además, no era necesario el trabajo: “Eran ricos en rebaños” (Hesíodo, 2006, 71).
Sin embargo, esta era terminó con la llegada de las edades posteriores, marcando el inicio de una progresiva decadencia. Al finalizar la Edad de Oro, los hombres de este periodo fueron transformados en daimones, espíritus benévolos encargados de guiar y proteger a los mortales en las épocas venideras. Hesíodo describe esta etapa como un tiempo de plenitud que contrasta con la Edad de Hierro, la época corrupta y difícil en la que vive la humanidad actual.
La idea de un pasado en el que el hombre no tenía obligación de trabajar por vivir en un estado de abundancia que se acabó con un proceso de decadencia está presente en numerosas culturas, también en el judaísmo y en el cristianismo. En el hinduismo, existe el satia-iuga, que vendría a ser la primera y más virtuosa de cuatro eras cósmicas, caracterizada por la verdad, la rectitud, la pureza espiritual y la perfecta armonía entre los seres humanos y el universo.
En el cristianismo, la abundancia era propia del Jardín del Edén, lugar en el que el hombre aún no habría tenido la obligación de trabajar ni de sufrir la escasez material. Con todo, existen grandes diferencias entre las distintas tradiciones, aunque el punto en común es la existencia de un pasado remoto perfecto y la posterior decadencia. La idea de la utopía, independientemente de si esta se dio en tiempos pretéritos o si es una aspiración de cara al futuro, es constante en la historia humana.
Bibliografía
- García Calvo, A. (1955). Frutos de lectura de Trabajos y días. De Emérita [Separata], (23), 215-218
- Hesíodo (2006). Teogonía. Biblioteca Gredos
Serie La economía a través del tiempo
- (I) El estudio de la historia del pensamiento
- (II) Individuo y colectivo, comunidad y sociedad
- (III) El Estado y las formas de intervención
- (IV) La primera disciplina fue la economía
- (V) La educación y el trabajo para los sumerios
- (VI) Los impuestos para los sumerios
- (VII) La riqueza para los asirios
- (VIII) Urakagina, el primer Juan de Mariana
- (IX) La meritocracia y el ahorro para los egipcios
- (X) Los egipcios se adelantaron a Weber
- (XI) Los egipcios se adelantaron a Aristóteles
- (XII) La política económica de los egipcios
- (XIII) Jóvenes y estabilidad política para los egipcios
- (XIV) Riqueza y divinidad en la antigüedad
- (XV) Grecia y la economía como ciencia
- (XVI) Del oikos a la polis griega
- (XVII) Grecia, Hesíodo, la escuela austríaca y el buen conflicto
- (XVIII) La escuela austríaca y los sofistas
- (XIX) El error de Marx con el comercio griego
- (XX) Marx y el capital en la antigua Grecia
- (XXI) Adam Smith, Grecia, y la economía de guerra
- (XXII) Adam Smith y la riqueza del maestro griego
- (XXIII) La Ilíada y el poder del más fuerte
- (XXIV) Homero y la visión negativa del comercio
- (XXV) El comercio aristocrático griego en Homero y Hesíodo