La Caja de Pandora y el mito que gira en torno a ella es algo que ha cubierto las más diversas representaciones culturales populares. La idea de un recipiente que contiene todos los males y que, al abrirse, se permite que estos salgan y se esparzan ha calado tanto que ha llegado incluso al lenguaje vulgar con los más diversos casos de uso. No obstante, y dado que aquí lo que interesa es todo lo relacionado con la economía y su pensamiento, tiende a quedarse atrás el trasfondo real del mito, que no es otro que la explicación del origen del mal, pero con un especial enfoque en el esclarecimiento de la necesidad de trabajar. Así lo recoge Hesíodo (2006) en su obra Trabajos y días:
Oculto tienen los dioses el sustento a los hombres; pues de otro modo fácilmente trabajarías un solo día y tendrías para un año sin ocuparte de nada. Al punto podrías colocar el timón sobre el humo del hogar y cesarían las faenas de los bueyes y de los sufridos mulos (p.65).
Es decir, el inicio de la narración del mito de la Caja de Pandora en Hesíodo comienza, nada más y nada menos, con la exposición de la problemática de la complejidad del trabajo, el cual parece excesivamente laborioso y, sin la voluntad de las deidades, podría convertirse en algo baladí. A partir de este momento, el narrador señala directamente a Zeus como máximo responsable de tales penurias: “Zeus lo escondió irritado en su corazón (el sustento de los hombres) por las burlas de que le hizo objeto el astuto Prometeo; por ello entonces urdió lamentables inquietudes para los hombres y ocultó el fuego (p.65)”.
Es decir, la necesidad del trabajo se erige como una de las más altas preocupaciones de todas las penurias y la explicación de su existencia es la misma que la del resto de males. Trabajar, o al menos el alto nivel de complejidad bajo el que se expresa en este mundo, se convierte en algo así como en el presidente de los males, asociado a una condena divina. Una condena que se recrudece cuando Prometeo roba el fuego “para bien de los hombres” (p. 65), es decir, para tratar de aminorar las penurias de las tareas laboriosas. Es ahí cuando Zeus traza un plan rebuscado: La Caja de Pandora.
El líder de los dioses manda crear a Pandora y se la da como esposa al hermano de Prometeo, Epimeteo, el cual acepta pese a las advertencias de su consanguíneo. Esa mujer tiene a su cargo una jarra cerrada con todos los males:
En efecto, antes vivían sobre la tierra las tribus de hombres libres y exentas de la dura fatiga y las penosas enfermedades que acarrean la muerte a los hombres (…). Pero aquella mujer, al quitar con sus manos la enorme tapa de una jarra los dejó diseminarse y procuró a los hombres lamentables inquietudes (p.67).
Por tanto, hubo un momento en el que el trabajo no era fatigoso. Anteriormente, hemos mencionado (https://juandemariana.org/la-economia-a-traves-del-tiempo-xiv-riqueza-y-divinidad-en-la-antiguedad-agni/) como en la Antigüedad era común asociar la riqueza a un regalo divino, por lo que no es difícil entender que las penurias del trabajo hayan sido relacionadas con castigos, venganzas o actitudes similares provenientes de los dioses.
Por otro lado, es imposible leer este relato sin recordar el Génesis bíblico y a Adán y Eva. En aquel caso, los males y las penurias del trabajo vienen también por una decisión de la mujer, que es comer del fruto del Bien y del Mal, contraindicando el mandato de Dios. En el paraíso no había fatigas tampoco, siendo éstas producto del pecado original, al igual que el resto de males.
Sea como sea, en la Antigüedad se situaba el trabajo entre los males más indeseados, pese a que entonces, y también ahora, es completamente necesario para la producción y para el sustento. Si la tecnología acaba permitiendo su abolición, como reivindican algunas tendencias ideológicas modernas, quizás estemos ante el cierre definitivo de la Caja de Pandora.
Bibliografía
Hesíodo (2006). Teogonía. Biblioteca Gredos
Serie La economía a través del tiempo
- (I) El estudio de la historia del pensamiento
- (II) Individuo y colectivo, comunidad y sociedad
- (III) El Estado y las formas de intervención
- (IV) La primera disciplina fue la economía
- (V) La educación y el trabajo para los sumerios
- (VI) Los impuestos para los sumerios
- (VII) La riqueza para los asirios
- (VIII) Urakagina, el primer Juan de Mariana
- (IX) La meritocracia y el ahorro para los egipcios
- (X) Los egipcios se adelantaron a Weber
- (XI) Los egipcios se adelantaron a Aristóteles
- (XII) La política económica de los egipcios
- (XIII) Jóvenes y estabilidad política para los egipcios
- (XIV) Riqueza y divinidad en la antigüedad
- (XV) Grecia y la economía como ciencia
- (XVI) Del oikos a la polis griega
- (XVII) Grecia, Hesíodo, la escuela austríaca y el buen conflicto
- (XVIII) La escuela austríaca y los sofistas
- (XIX) El error de Marx con el comercio griego
- (XX) Marx y el capital en la antigua Grecia
- (XXI) Adam Smith, Grecia, y la economía de guerra
- (XXII) Adam Smith y la riqueza del maestro griego
- (XXIII) La Ilíada y el poder del más fuerte
- (XXIV) Homero y la visión negativa del comercio
- (XXV) El comercio aristocrático griego en Homero y Hesíodo
- (XXVI) La edad de oro