El lenguaje económico (LVI): violencia vicaria

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Hay innumerables formas de ejercer la violencia: desde el asesinato, la tortura, el cautiverio o la esclavitud, pasando por las palizas y la intimidación y terminando por el robo y las restricciones de la movilidad. Hoy veremos una forma específica de violencia, llamada vicaria o interpuesta, donde el agresor pretende dañar indirectamente a la víctima-objetivo, agrediendo directamente a una segunda —vicaria o sustituta— que tiene una relación con la primera. El primer motivo de castigar a un tercero inocente es la inviabilidad de atacar directamente al (supuesto) «culpable», caso frecuente cuando los fines son ideológicos o políticos. Otros motivos son el menor riesgo legal o la preferencia del daño moral al físico, que el agresor obtiene con esta forma de violencia.

Violencia vicaria familiar

El término «vicario» se ha popularizado para señalar los casos donde un hombre mata a sus propios hijos para causar un daño psicológico a su exmujer. Las mujeres, por su parte, ejercen la violencia vicaria de forma menos cruel, pero más sibilina; por ejemplo, interfiriendo la custodia paternal, indisponiendo a los hijos contra su padre o utilizando en beneficio propio las abyectas leyes de género. Los gobiernos comunistas, históricamente, han represaliado a los familiares de desertores y exiliados; por último, las mafias también suelen agredir a los familiares de sus objetivos.

Violencia vicaria política

La política es el ámbito más frecuente de violencia vicaria. Los gobernantes, en lugar de luchar entre sí (al uso de los caballeros medievales), interponen ejércitos donde miles de hombres, desconocidos entre sí, se exterminan mutuamente. Otras veces, los gobiernos se imponen recíprocamente aranceles y otras sanciones económicas, que naturalmente sólo sufren los consumidores.

El estado, como monopolista de la violencia legal, es el gran causante de externalidades y víctimas inocentes (Hernández, 2019: 141). Pero hacer daño a terceros no es exclusivo de los gobiernos, sino que es ampliamente practicado por grupos organizados. Un primer ejemplo es lo sucedido recientemente en la 80ª Vuelta Ciclista a España. Los «activistas», como no podían atacar al gobierno de Benjamín Netanyahu, descargaron su ira (chinchetas incluidas) contra el conjunto de ciclistas por la mera participación de un equipo israelí.[1] Recordemos también el asesinato, en Múnich, en 1972, de 11 miembros del equipo olímpico israelí por parte del grupo terrorista palestino Septiembre Negro.

Un segundo ejemplo es la violencia sindical, donde los piquetes tienen patente de corso para «informar» de forma sui generis: amenazando, golpeando, destrozando, bloqueando, incendiando, etc. Los matones sindicalistas agreden a empresarios, esquiroles y público circundante, causando desórdenes públicos, para obtener favores políticos. En tercer lugar, tenemos las manifestaciones y desórdenes públicos en forma de ocupaciones de la vía pública y cortes de autopista (tractoradas) o incluso la interferencia de eventos empresariales, culturales o deportivos. Por último, el terrorismo es una de las formas más indiscriminada de violencia vicaria.

Violencia vicaria ideológica

En este último caso, los agresores, llamados eufemísticamente «activistas», causan daños a la propiedad pública y privada cuyo fin es llamar la atención del público general sobre asuntos ideológicos: feminismo, igualitarismo, animalismo, ecologismo, climatismo, etc. Por ejemplo, la iconoclasia consiste en dañar obras de arte y otros símbolos considerados negativos por los activistas.

Violencia vs boicot

Para terminar, conviene precisar que el boicot es una forma pacífica de protesta ya que el agente no lesiona derechos, sino que actúa mediante la abstención, la omisión o la comunicación pacífica de sus ideas. Por ejemplo, un boicot taurino consiste en no acudir a las corridas de toros, llevar prendas con ciertos mensajes o imágenes, abrir un canal anti-taurino en YouTube o incluso evitar el contacto social con los aficionados a los toros.

Bibliografía

Hernández, J. (2019). Defensa y Seguridad: ¿estatal o privada? Madrid: Unión Editorial.

Notas

[1] Israel-Premier Tech

Serie ‘El lenguaje económico’
juandemariana
Author: juandemariana

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