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El lenguaje económico (XXVIII): dad a César lo que es de César

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Existen varios pasajes bíblicos donde se aborda la obediencia a la autoridad política. Romanos 13:1-2: «Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad, sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios, han sido establecidas…». 1 Pedro 2:13-14: «Por causa del Señor, sométanse a toda institución humana, ya sea al rey como superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien». Tito 3:1: «Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a hacer lo bueno». La literalidad de estas frases, estemos o no de acuerdo con ellas, no causa confusión.

El apotegma de Ulpiano

En cambio, la famosa cita de Mateo (22: 17-21) «Dad a César lo que es de César» resulta problemática en el sentido de haber legitimado el impuesto:

17 Dinos, pues, ¿qué te parece? ¿Es lícito dar tributo a César, o no?

18 Pero Jesús percibió la malicia de ellos y les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?

19: Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.

20 Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción?

21 Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

La interpretación generalizada y errada de estos versículos —asumida doctrinalmente por la Iglesia católica— es el derecho moral del Estado a exigir tributos y el deber moral de pagarlos. Recordemos que la justicia, según Ulpiano, es «dar a cada uno lo suyo». Por tanto, debemos elucidar si algo que poseemos pertenece o no a César, por ejemplo, ¿por qué motivo el denario es suyo?

Estado: lo tuyo es mío

Quien convierte un pedazo de metal en una moneda puede legítimamente cobrar por la acuñación, pero eso no significa que la moneda sea suya. Por su parte, quien adquiere una moneda a cambio de su trabajo o de otro bien, paga su precio total: el metal más la acuñación. El romano que obtenía un denario a cambio de un jornal era su propietario íntegro.[1] Afirmar lo contrario significaría admitir que César era dueño de todo o parte de su esfuerzo laboral. En otras palabras, el impuesto es ilegítimo porque el gobierno decide de forma hegemónica y arbitraria qué es lo suyo (Chodorov, 2002: 8):

El gobierno le dice al ciudadano: «Tus ganancias no son exclusivamente tuyas; tenemos un derecho sobre ellas, y nuestro derecho precede al tuyo; te permitiremos quedarte con una parte, porque reconocemos tu necesidad, no tu derecho; pero lo que sea que te concedamos, nosotros lo decidimos».

Toda violación de la propiedad

Una vez admitida la legitimidad del impuesto, por pequeño que sea o por bondadosos que sean los fines, el mal ya está hecho y el individuo queda virtualmente «a los pies de los caballos». No hay tal cosa como gobierno «limitado» porque el poder político es expansivo y fiscalmente voraz. En la medida en que un gobierno recauda una mayor cantidad de dinero, puede incrementar su esfera de actuación y su poder: «Un gobierno es tan fuerte como lo son sus ingresos» (Chodorov, 2002: vii).

La moralidad del impuesto no se mide por su «justa» cuantía, por la riqueza del sujeto expoliado o por el «eficiente» y beatífico uso del dinero confiscado, tal y como muchos piensan. Toda violación de la propiedad, per se, es ilícita y no tenemos obligación moral de pagar tributos a nuestro particular César —el gobierno— porque ninguna porción de nuestra vida, nuestro trabajo y nuestro dinero es suya.

Bibliografía

Chodorov, F. (2002) [1954]. «The Income Tax: Root of all Evil». [Versión online]. Ludwig von Mises Institute.


[1] En los tiempos de Jesús, con un denario se podía comprar aproximadamente un jornal, una túnica sencilla, algunos utensilios o comida para una o dos semanas.

Serie ‘El lenguaje económico’

(XXVII) Humanismo

(XXVI) Publicidad (II)

(XXV) Publicidad (I)

(XXIV) El juego

(XXIII) Los fenómenos naturales

(XXII) El turismo

(XXI) Sobre el consumo local

(XX) Sobre el poder

(XIX) El principio de Peter

(XVIII) Economía doméstica

(XVII) Producción

(XVI) Inflación

(XV) Empleo y desempleo

(XIV) Nacionalismo

(XIII) Política

(XII) Riqueza y pobreza

(XI) El comercio

(X) Capitalismo

(IX) Fiscalidad

(VIII) Sobre lo público

(VII) La falacia de la inversión pública

(VI) La sanidad

(V) La biología

(IV) La física

(III) La retórica bélica

(II) Las matemáticas

(I) Dinero, precio y valor

4 Comentarios

  1. Eso esta muy bien; pero no confunda Vd. el nuevo testamento con la Biblia o Tanaj en sentido estricto; ¿hablamos del Sermon de la montaña? ¿ acaso no fue Paulus, antes Saul, el que dijo esa frase? Yo creo que ya vale de tanto sectarismo catolico.
    Un cordial saludo.

  2. VUELTA Y VUELTA SOBRE ARROW.

    Al pueblo judío de la época de Jesús, le molestaba la dominación romana que se materializaba en el cobro de impuestos. Aun más de lo que nos puede molestar a nosotros, porque le pagaban al extranjero invasor. Roma no procuraba una dominación política total sino, sobre todo, económica. La pregunta a Jesús es una trampa para ponerlo en evidencia ante el pueblo, ya que los escribas y fariseos le envidiaban porque ganaba popularidad frente a ellos, sus supuestos líderes. Si respondía legitimando el impuesto, contradecía la opinión popular. Si respondía que no era justo pagarlos se enfrentaba al poder de Roma y le podían acusar. En esta tesitura, Jesus no hace ni una cosa ni la otra. Les viene a decir que si han aceptado la moneda del Cesar (la dominación romana) que sean consecuentes, o que se rebelen, o que se manifiesten o que… En cualquier caso, les devuelve la pelota: «ese es un asunto vuestro -porque mezcláis el poder terrenal con la religión» y les abre los ojos al separar ese asunto (la política) de la religión. El texto continua constatando que, los que maliciosamente le tentaron, quedaron admirados de la respuesta.
    Desde este punto de vista, sin entrar en el debate de los estados confesionales, y centrándonos en el presente, en el contexto de nuestras democracias actuales, la fe vivida lleva a la máxima libertad en asuntos políticos pero siempre que sea compatible con dichas creencias. Y siempre que sea compatible (para eso está la objeción de conciencia) hay que ser buen ciudadano y acatar la autoridad (en teoría hoy, la voluntad de la mayoría). Esto es lo que, interpreto yo, vienen a decir Pedro y Pablo en el contexto de su tiempo y que no «causa confusión», como bien dice el autor del artículo. Y como bien demuestra la objeción de conciencia de entonces, que consistía en ser comido por los leones.
    El anarcoliberlaismo presente en el enfoque del autor (buen amigo, por otro lado) elimina todo debate sobre cualquier asunto en el que intervenga el Estado, porque se fundamenta en una antropología meramente individualista que niega el carácter gregario del hombre. En el fondo ese individualismo excluyente es un dogma utópico y todo lo que le contradice es un ataque contra ese individuo o la naturaleza de las cosas. La utopía contraria seria negar el carácter individual del hombre (comunismo). Este choque o imposibilidad de debate hace mucho tiempo que fue demostrado analíticamente por J.K. Arrow en su tesis doctoral de 1950.
    Pero también, cualquier solución entre esos dos extremos (individualismo-comunismo) no deja de ser una componenda sin racionalidad teórica y opinable. No es posible un debate sobre la racionalidad de la legitimidad del ejercicio del poder por parte del estado, solo cabe remitirse a la distintos resultados en bienestar económico y social de las comunidades, países, estados,… Debate en el que, indudablemente, las políticas mas cercanas al liberalismo ganan por goleada y en el que introducir la variable religiosa complica muchísimo el asunto*: es mejor considerar, siempre que sea posible, los asuntos del Cesar con Cesar y los de Dios con Dios.

    *Max Weber lo intentó, sin éxito alguno pese a la popularidad de su teoría.

  3. Estimado Sr. Conesa, dice :
    «»» El anarcoliberlaismo presente en el enfoque del autor (buen amigo, por otro lado) elimina todo debate sobre cualquier asunto en el que intervenga el Estado, porque se fundamenta en una antropología meramente individualista que niega el carácter gregario del hombre. En el fondo ese individualismo excluyente es un dogma utópico y todo lo que le contradice es un ataque contra ese individuo o la naturaleza de las cosas. La utopía contraria seria negar el carácter individual del hombre (comunismo). Este choque o imposibilidad de debate hace mucho tiempo que fue demostrado analíticamente por J.K. Arrow en su tesis doctoral de 1950.»

    A ver, aunque yo no soy «anarcoliberal» (soy un liberal clasico), no es verdad lo que Vd. dice; no hay que confundir individualismo metodologico con el atomismo metodologico en el que por cierto incurre el Sr. Arrow y su colega Debreu, tratando al ser humano racional (lo de social es un pleonasmo) que es un ser consciente y, lo mas importante , con conciencia; en suma un ser con una moral o etica; lo de estos señores es un perfecto disparate sin ningun criterio de verdad; epistemologicamente es un completo fracaso, al igual que toda la economia mainstream; es un mero ejercicio de gimnasia mental fisico-matematica y de ingenieria social; economistas pesimos y matematicos de segunda que solamente han llegado a un deber ser metafisico en vez de centrarse en lo que es, en el Homo Agens; el Teorema de imposibilidad de Arrow es una mera obviedad que no descubre nada nuevo y que por cierto entra en total contradiccion con sus postulados pseudoeconomicos ; si estos señores hubiesen leido a Hume y a Etienne de la Boettie, pues le habrian hecho un favor a la humanidad.

    Finalmente, le recuerdo que segun los evangelistas Jesucristo (Jesus el Ungido en griego) dijo que su reino no era de este mundo, sino que era el reino del «Padre» o del «Espiritu Santo «; lo que ocurre es que en el supuesto de que lo haya dicho, como judio sin duda se estaba refiriendo a un post-apocalipsis; nada diferente a lo ya dicho por otros profetas, especialmente Isaias; en ese reino se daria cumplimiento al pacto establecido con el pueblo judio por YAHVE (yo soy el que soy), el Dios sin Nombre, el Santo de los Santos, el Eterno; no es el de Tomas de Aquino, de Agustin y otros.

    Lo primero que tenia que haber hecho la Iglesia Catolica era haber cumplido con el Segundo Mandamiento: «No tomaras el nombre de Dios en vano»; a los Judios se les habria evitado un enorme sufrimiento; las Iglesias Cristianas en general y la Catolica en particular no tienen ni tendran el perdon del eterno, caso de que exista.

    Un cordial saludo.


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