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El lenguaje económico (LVII): corrupción

José Hernández Cabrera

José Hernández Cabrera

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Así define la R.A.E. la corrupción: «En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización indebida o ilícita de las funciones de aquellas en provecho de sus gestores». No es exagerado afirmar que «corrupción política» es un pleonasmo o redundancia. Afirma James M. Buchanan (2004) que la corrupción no es la conducta inmoral de unos pocos, sino la consecuencia lógica de un sistema con incentivos perversos.

La corrupción comienza en los políticos, involucra a funcionarios y empresarios (prebendarios), y termina por infectar a los votantes, que participan democráticamente en un sistema inmoral. Unos y otros intentan beneficiarse, de diferentes maneras, a expensas de terceros. Como decía Bastiat (2012: 171): «El Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo se esfuerza por vivir a expensas de todo el mundo». Veamos algunos tropos relacionados con la corrupción.

Cloaca

Las cloacas del estado, metafóricamente hablando, son aquellos departamentos donde políticos y funcionarios realizan actividades ocultas, bien por ser ilegales o bien siendo legales, pero éticamente reprobables. Ejemplos de cloacas son los servicios de inteligencia, ministerios de interior, gabinetes (oficiosos) de los jefes de gobierno o algunos elementos judiciales, militares o policiales. Cuando analizamos en profundidad la naturaleza del estado llegamos a la conclusión que todo él es una inmensa cloaca. 

Fontanero

Es una persona de máxima confianza del líder político cuya función principal es solucionar «averías o fugas», es decir, gestionar crisis internas y externas. Por ejemplo, el fontanero es un mediador en las luchas intestinas de poder o corrientes dentro del partido, negocia acuerdos, contenta a los disidentes y asegura la cohesión en torno a la línea marcada por la dirección política. Es una actividad «sumergida», con tintes mafiosos, que utiliza el soborno —asignación de cargos y otras canonjías—, pero también la amenaza —dosieres comprometedores— y la coacción directa.

Lenguaje convenido

En el ámbito militar, el «lenguaje convenido» es el empleo de términos sustitutivos, previamente acordados, cuyo fin es dificultar al enemigo la comprensión del verdadero significado del lenguaje. En el ámbito de la corrupción, se usa para enmascarar términos comprometedores, por ejemplo, denominar «chistorras», «soles» y «lechugas», respectivamente, a los billetes de 500, 200 y 100 euros.

Mordida

Metáfora para referirse a un soborno o comisión ilegal. Es una práctica habitual extendida a todos los niveles políticos —supranacional, nacional, regional y local— que se pide frecuentemente a cambio de la adjudicación de contratos públicos y otros favores. En algunos países, esta práctica se extiende a los policías y otros funcionarios públicos, que cobran pequeñas cantidades —coimas— a cambio de favores tales como «agilizar» trámites administrativos, compra de licencias (i.e. carné de conducir) sin examen previo, eximir a un infractor del pago de la multa, etc.

Pitufeo

Así como los pitufos son seres pequeños, el pitufeo es la práctica de fragmentar los contratos o pagos en varias partes más pequeñas con el objetivo de soslayar determinadas imposiciones legales. El pitufeo, como fraude de ley, se practica dentro y fuera del estado: primero, cuando el funcionario divide una licitación en varios contratos menores; segundo, cuando el autónomo o empresa fracciona una factura en otras por importe inferior a 1.000€ y así cobrar en efectivo. A medida que aumenta el intervencionismo sobre los pagos también lo hace el pitufeo. El fraccionamiento legal de los pagos, por otra parte, es algo muy frecuente en la economía, por ejemplo, el pago de cuotas en los contratos de suministro o en la devolución de préstamos.

Puerta giratoria 

Es la colocación laboral de políticos en cualquiera de los muchos empleos públicos —administraciones, empresas públicas, fundaciones, institutos, observatorios, etc.— que han sido creados por ellos mismos con la finalidad de asegurar su subsistencia durante los «inviernos» electorales. Todo esta «telaraña» o entramado de chiringuitos da acomodo al creciente número de políticos incapaces de ganarse la vida en el libre mercado.

Tirar de la manta

Solo una pequeña parte de los corruptos acaba entre rejas. La fiscalía ofrece reducciones en la petición de pena a aquellos que «tiren de la manta», es decir, que colaboren con la justicia proporcionando más información en la causa. Tirar de la manta supone, normalmente, hacer declaraciones incriminatorias para terceros.

Bibliografía
  • Bastiat, F. (2012). Obras escogidas. Madrid: Unión Editorial.
  • Buchanan, J. (2004). The calculus of consent: logical foundations of constitutional democracy. Indianapolis: Liberty Fund.
  • Mises, L. (2011). La acción humana. Madrid: Unión Editorial.
Serie ‘El lenguaje económico’
José Hernández Cabrera
Author: José Hernández Cabrera

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