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La economía a través del tiempo (XVII): Grecia, Escuela Austriaca y el buen conflicto

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Antes de entrar en pensadores concretos, puede resultar interesante detenerse en la interpretación austriaca del pensamiento económico griego. Para ello, Huerta de Soto (2022) -uno de los mayores exponentes de la Escuela Austriaca- dedicó un extenso artículo en el que se posiciona sobre diferentes autores. En términos generales, el profesor considera que los antiguos griegos “fracasaron en su intento a la hora de comprender los principios esenciales del orden espontáneo del mercado y del proceso dinámico de cooperación social que les rodeaba” (p.4).

Así, Huerta considera que los helenos consiguieron realizar numerosos avances en todas las disciplinas humanísticas, pero fallaron a la hora de definir con exactitud esos procesos de mercado. Es más, el catedrático plantea que existió cierta simbiosis entre gobernantes y economía, siendo esta una herramienta para el poder en vez de pararse a analizar los fenómenos concretos que se daban en la realidad.

Desde la Escuela austríaca

El profesor analiza varios autores, pero este artículo va a detenerse en el análisis de Hesíodo, aunque este escritor será analizado en posteriores capítulos. En concreto, se verá el concepto buen conflicto, mencionado por Rothbard y por Huerta de Soto. Esta idea es importante pues, para ambos austriacos, vendría a representar un primitivo ímpetu empresarial, un espíritu de competencia leal.

Huerta de Soto (2022, 6) dice lo siguiente: “Hesíodo se refiere a la competencia por emulación, que él denomina buen conflicto, como una fuerza vital de tipo empresarial que hace posible superar en muchas circunstancias los grandes problemas que plantea la escasez de recursos”.

Por su parte, Rothbard (2006) afirma: “Para Hesíodo, la emulación conduce al sano desarrollo de un espíritu de competencia, que él llama buen conflicto, una fuerza vital para aliviar el problema básico de la escasez”.

Ambos se están refiriendo a los dos tipos de Eris (discordia o conflicto) que aparecen en el Los Trabajos y Los Días (Hesíodo, 2006). El verso exacto donde Hesíodo empieza a hablar sobre las dos Eris es el verso 11.

Los trabajos y los días

Hesíodo explica la diferencia entre la Eris mala, que fomenta la guerra y la discordia destructiva, y la Eris buena, que incita a la competencia saludable y al esfuerzo productivo. Esta distinción muestra que el conflicto puede tener un aspecto positivo cuando lleva a la mejora y al progreso:

No era en realidad una sola la especie de las Érides, sino que existen dos sobre la tierra. A una, todo aquel que logre comprenderla la bendecirá; la otra, en cambio, sólo merece reproches. Son de índole distinta; pues ésta favorece la guerra funesta y las pendencias, la muy cruel. Ningún mortal la quiere, sino que a la fuerza, por voluntad de los inmortales, veneran a la Eris amarga. A la otra la parió primera la Noche tenebrosa y la puso el Crónida de alto trono que habita en el éter, dentro de las raíces de la tierra y es mucho más útil para los hombres: ella estimula al trabajo incluso al holgazán; pues todo el que ve rico a otro que se desvive en arar o plantar y procurarse una buena casa, está ansioso por el trabajo.

El vecino envidia al vecino que se apresura a la riqueza -buena es esta Eris para los mortales-, el alfarero tiene inquina del alfarero y el artesano del artesano, el pobre está celoso del pobre y el aedo del aedo. ¡Oh Perses!, grábate tú esto en el corazón y que la Eris gustosa del mal no aparte tu voluntad del trabajo, preocupado por acechar los pleitos del ágora; pues poco le dura el interés por los litigios y las reuniones públicas a aquel en cuya casa no se encuentra en abundancia el sazonado sustento, el grano de Deméter, que la tierra produce. Cuando te hayas provisto bien de él, entonces sí que puedes suscitar querellas y pleitos sobre haciendas ajenas (pp. 62-63).

El espíritu creativo asociado a la competencia

En estas palabras, los austriacos ven ese espíritu creativo fomentado por el ejemplo a través de la competencia, la imitación conducida por la envidia sana. Sin embargo, otros autores han interpretado esto, más bien, como el nacimiento de una dialéctica primitiva (de Oliveira Mendonça, 89-90). Así, la sobreposición de Eris vendría a ser una “lógica dialógica” en la que la oposición genera algo nuevo, mayor que las partes de forma individual. Una especie de antesala de la tesis, antítesis y síntesis que muestra cómo emerge lo nuevo de las contradicciones.

La interpretación de Eris como el inicio de la dialéctica es una perspectiva interesante. La dialéctica, en términos filosóficos, es el proceso de argumentación que busca la verdad a través del diálogo y la resolución de contradicciones. La Eris buena fomenta la competencia y el esfuerzo constructivo, lo que a su vez puede llevar a un proceso de mejora continua y avance a través de la resolución de conflictos, algo muy parecido a lo que se conoce actualmente como dialéctica.

Eris

La Eris buena incita a las personas a esforzarse y competir de manera saludable, lo cual puede ser visto como un tipo de diálogo en el sentido de que las personas se superan mutuamente y buscan la excelencia a través de la emulación y la competencia. Este proceso de superación y mejora continua tiene elementos en común con la dialéctica, donde las ideas se confrontan y refinan hasta alcanzar un mayor entendimiento o verdad.

Aunque no se puede afirmar que Hesíodo introdujo la dialéctica en el sentido filosófico que desarrollaron posteriormente pensadores como Sócrates, Platón y Aristóteles, la idea de un conflicto constructivo que lleva al progreso puede considerarse un antecedente conceptual.

La Eris buena representa un reconocimiento temprano de que el conflicto no siempre es destructivo, sino que puede ser una fuerza motriz para el crecimiento y la mejora, un principio que subyace en la dialéctica filosófica. Para Huerta de Soto (2022, 6), sin embargo, esto no es así, sino que el buen conflicto es algo cercano a la “correcta concepción del orden espontáneo del mercado”, algo de lo que podría presumir también Demócrito.

Bibliografía

Hesíodo (2006) Teogonía. Gredos

Huerta de Soto, J. (2022). El pensamiento económico en la Antigua Grecia. Cuadernos Para el Avance la Libertad, 11.

Rothbard, M. N. (2006). Todo comenzó, como es usual, con los griegos. Mises Institute. https://mises.org/es/mises-daily/todo-comenzo-como-es-usual-con-los-griegos

de Oliveira Mendonça, A. L. (2016) Tributo à Éris: A Dialética Como a Luta Essencial da Condição Humana. Intervozes–trabalho, saúde, cultura, 87

Serie La economía a través del tiempo

2 Comentarios

  1. Cuando estudié Filosofía en el bachillerato (BUP), tuve la fortuna de que mis profesores (colegio religioso) fueran suficientemente libres
    y tuvieran suficiente criterio como para que eligieran saltarse las normas (la rigidez del programa educativo único impuesto a todos coactivamente
    por la legislación homogeneizadora del final del franquismo, diseñada por bienintencionados burócratas socializantes seguidores de modelos exteriores como la comprehensive school británica –Ley Villar Palasí de 1970, etc.–)
    e igualmente apostaran por una iluminadora libertad, materializada en que el Libro de referencia era «Los filósofos en sus propios textos», de editorial ECIR, que en bastante medida «se saltaba» lo ordenado desde el Ministerio (lo que, por otro lado, causaba dificultades y falta de acoplamiento para nosotros los alumnos que luego teníamos que hacer frente el examen de Selectividad –actual EBAU, creo–).

    La ventaja de este libro, que seleccionaba fragmentos claves del pensamiento de los filósofos más representativos, sin embargo,
    era que podías intentar entender a los autores en su tiempo y en su diversidad, y qué era lo que intentaban explicar y cómo; y ello
    directamente, sin intermediarios, que siempre suelen implicar algo de falsificación.

    Entonces, por otro lado, también me preguntaba por qué nadie criticaba a aquellos filósofos, aquellas ideas y, planteaba, al menos,
    un criterio propio sobre ellas desde el tiempo actual: algo así como decir, este y este puntos han resistido las críticas y el paso del tiempo,
    este o estos han sido rebatidos y se han propuestos alternativas en tal y tal dirección, sobre este hay diferentes planteamientos, etc.

    Esta postura crítica y constructiva, «mojándose», no la encontré en nadie hasta que encontré, años más tarde, y en otro ámbito,
    al profesor Huerta de Soto, quien sí se atrevía con valentía y criterio a plantear las muy esclarecedores críticas que muestra Benjamín Santamaría
    en este artículo, especialmente en relación a Aristóteles.

    Desde aquí doy las gracias tanto a mi profesor de Filosofía de COU (Juan Larrocha) como al profesor Huerta de Soto por su valentía.


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